Cuando Connor entró a la comisaría, movió la cabeza para cualquier lado, como si estuviera buscando a una presa.
Como un águila.
Cuando me vio, voló como el águila que es y prácticamente se lanzó encima de mí para abrazarme.
Ya. Ya. – Dije apartándolo. – Mucho amor de águila. Tienes que darles tu amor de águila mamá a tus bebes águilas que has procreado con Daniel. – Señalé torpemente a Daniel que estaba hablando con el policía gordi, mientras soltaba una risita tonta.
¿Qué te pasa Lola? – Preguntó confundido.
Daniel nos mira y camina hacia nosotros con cautela.
Como un tigre.
Qué bonito tigre.
Suspira y apoya su mano en el hombro de Connor mientras yo los miro con mi cara picara.
Me huele a procrear más Aguigres.
El policía dice que esta media drogada, porque olió algo, no me acuerdo el nombre, en el asiento de la patrulla. El olor es como una droga para los delincuentes que son más problemáticos. –
¡Oye! – Dije sonriendo. – Es lo mismo que el gordi me dijo a mí. –
¿Por cuánto tiempo va a estar así? – Preguntó Connor mientras yo hacía ruiditos de aviones chocándose unos contra otros, con dos avioncitos de papel que me habían dejado usar.
Hasta mañana. – Connor bajó la cabeza como lamentándose.
Choque el avioncito azul contra el rojo.
Muere. Muere. Muere. – Lo choqué muchas veces hasta que el rojo quedó todo abollado. Hice una risa malvada mientras veía como el rojo caía al suelo muerto. – Y el avioncito azul gana. – Dije con voz de patrocinador.
Vamos Lola. – Dijo Connor tomándome de la muñeca que no tenía el avioncito.
¿A dónde? – Pregunté cuando estábamos saliendo de ese lugar todo adornado de gris bien aburrido. – ¿¡A tu nido!? – Medio grite de la emoción. – Porque yo ya quiero conocer a tus Aguigres. –
¿Aguigres? – Preguntó confundido Daniel.
Sipi. Son los hijos del águila y el tigre. Connor es el águila y tú Danielito eres el tigre. – Levante la mano formando unas garras con los dedos. – Roar. –
El tigre sonrió con sus dientes afilados, mientras el águila, colorada, seguía caminando.
Oye Connor. – Me miró un momento. – ¿Podemos ir a comer un helado? – Negó. Hice puchero, lo tome del brazo y empecé a saltar. – Por fis. Por fis. Por fis. –
Suspiro rendido.
Okey. –
¡Sí! – Empecé a dar saltitos de felicidad mientras avanzábamos hacia la heladería.
Daniel que estuvo todo el tiempo callado pero presenciando la escena me miró divertido.
Eres buena convenciendo a la gente. –
Obvio. Debería ser abogada, o profesora. – Después negué con la cabeza. – No mejor no. –
Cuando llegamos a la heladería, corrí para formar la fila. Connor llegó y se colocó al lado mío. Como me aburrí empecé a balancear los pies y a tararear una canción.
Cuando llegó nuestro turno, elegí el de limón. Connor se eligió de chocolate y Daniel no quería. Caminamos hacía un parque donde estaba casi lleno de niños.
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Los hijos de la Mafia (Editando)
Teen Fiction"¿Acción? -preguntó. - ¿Crees que todo esto es una película de acción? ¿O un libro de ciencia ficción como los que tú lees? -Negó. -No bebé. Esta es la vida real. Personas reales mueren, tú podrías ser una de esas personas." Portada hecha por: lou...