𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐕

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𝑺𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕𝒐𝒔 𝒓𝒆𝒗𝒆𝒍𝒂𝒅𝒐𝒔

―Si pasan más de quince minutos te daré por muerta ―susurró Luca por lo bajo en el momento en que Daniela salió del dormitorio, comenzando a morderse las uñas por los nervios.

Por su parte, Daniela se acercó con cautela a la habitación de su hermano y soltó un suspiro a mitad de camino ya que su pijama de Monsters, Inc. no era precisamente el mejor atuendo para adoptar su papel de ninja.

Abrió la puerta de la habitación con lentitud, asomando su pequeña cabeza rubia para echar un vistazo y detener su mirada en la cama, encontrándose con Daniel durmiendo boca abajo con la cobija tapándole apenas hasta la cadera.

«Juro que si se voltea y no tiene un mono puesto voy a gritar como si me estuvieran matando», pensó al notar ese pequeño e insignificante detalle.

La expresión de Daniel era totalmente pacifica, tanto que no parecía que siempre se le formaba una pequeña arruga entre las cejas cuando fruncía el ceño o sonreía con burla, y su cabello solo era una mata de ondas rubias que le tapaban una parte de la cara.

Daniela deseó tener una cámara consigo para poder tomarle una fotografía ya que nunca antes lo había visto así de tranquilo.

Sacudió la cabeza en busca de concentración, recorriendo cada rincón del dormitorio con la mirada mientras que con pasos silenciosos se adentraba a esta.

Estantes llenos de libros de ciencia ficción y romance vainilla. El armario repleto de ropa. La puerta del baño. Un par de sillones. Algunos zapatos y prendas de ropa tirados por todos lados. El escritorio. La mesita de noche...

Un momento.

Su mirada recayó nuevamente en el escritorio de su hermano y se acercó con rapidez.

Revisó los cajones primero, encontrándose con un dibujo que Daniel había hecho años atrás. Sonrió al recordar la época en la que su hermano pintaba, pero dejó eso de lado al recordar porque no lo hacía más.

Siguió revisando hasta que un expediente escondido bajo un montón de hojas sin importancia captó su atención.

Daniel lo había llevado a casa unos días atrás para tener la información a la mano, pero Daniela lo había encontrado, frunciendo el ceño al leer el alias de su padre en la portada.

Al abrirlo lo primero con lo que se encontró fue con una foto de la pelirroja.

«Esto debe ser una maldita broma», pensó con el enfado comenzando a correrle por las venas.

Tomó el expediente y se aproximó a la puerta para salir, sin embargo, la mano de Daniel captó de manera sorpresiva su muñeca cuando pasaba por su lado.

¡Mierda!

Daniela tuvo que hacer un gran esfuerzo para no gritar, cerrando los ojos en ese momento e imaginándose todas las excusas posibles.

Cuando volteó a enfrentarlo se encontró con que él seguía dormido.

«¿Pero qué...?».

¡Oh claro!, los reflejos.

Intentó alejarse pero él apretó más su muñeca entre sueños, lo hizo tan fuerte que logró sacarle un jadeo adolorido mientras que de lo más tranquilo él seguía roncando estando en el quinto sueño.

Daniela dejó la carpeta en el suelo, y como pudo se liberó del agarre de su hermano para volver a tomar el expediente y salir de ahí lo más rápido posible.

Una Perfecta MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora