𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐈𝐕

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𝑳𝒂 𝑽𝒊𝒖𝒅𝒂 𝑱𝒐𝒗𝒆𝒏

Un vestido de novia lleno de barro, más de cien fotografías de una pareja aparentemente feliz, un portarretratos roto y una cabeza llena de preguntas y teorías.

El bufido de Daniel rompió con el abrumador silencio de la habitación.

Ya le dolía la cabeza de tanto pensar.

Apartó los lentes que se suponía que debían usar siempre ―pero que solo utilizaba cuando leía o analizaba a detalla algo― para frotarse sus cansados ​​e irritados ojos, y luego volvió a ponerselos con frustración.

Estaba trancado.

No creía que Nora tuviera información vital para la misión, por lo que le envió un informe muy informal a su jefe sobre lo que había encontrado, ganándose solo la orden de seguir hasta que él lo viera necesario, y si Daniel creía que ella no tenía nada útil solo tenia que salir de su vida.

El problema era que Daniel no pretendía alejarse porque le gustaba la agradable compañía de Nora y...

Eh no. Eso no.

Vamos a corregirlo.

No podía alejarse porque necesitaba obtener información que lo ayudara en su caso, y aunque pareciera que no tuviera ni idea, Nora seguramente tendría dicha información.

Sí, eso está muchísimo mejor.

Suspiró con pesadez, echándose de espaldas en la cama.

Ya era tarde y podía ver el cielo oscuro y poco estrellado desde el balcón abierto, pero no quería bajar a cenar porque...

―¡Dan, la cena esta lista!

¡Mierda!

Ni siquiera le dio tiempo de sentarse cuando ya la puerta estaba siendo abierta de un golpe.

Comenzaba a odiar la poca privacidad que tenía en esa casa.

―Mira rubiecito tonto... ―la voz de Luca se fue apagando a medida de que su mirada repasaba cada una de las cosas que había sobre la cama.

Frunció el ceño y miró a Daniel de forma interrogante, esperando una explicación.

« ¿Por qué mierda Daniel necesitaría un vestido de novia? La única razón es que... ».

Una gran carcajada se escapó de su garganta.

―¡Daniela!, ¡Dan embarazó a la pelirroja y ahora se van a casar! ―llamó a su prima para que lo acompañara en su momento de burla hacia Daniel―. Sabía que eras estúpido, pero no creí que tanto como para dejar embarazada a una chica. ―Lo miró con diversión.

El rostro de Daniel se arrugó en una mueca llena de incomodidad.

No había embarazado a nadie. El ni siquiera pensarlo era estúpido.

¿Cómo carajos Luca podía pensar que era tan irresponsable como para no cuidarse?

De todos modos ese no era el tema principal.

Puso los ojos en blanco al momento en que Daniela llegó y miró las cosas encima de la cama con confusión.

―¿Por qué ella querría casarse con un vestido lleno de barro? ―Miró a Luca como si le faltaran varias neuronas―. Dudo que sea eso, además... Momento. Si es así... ¿¡sabes cuantas veces me ha dado la puta charla del condón!? ―Señaló al rubio de forma acusatoria.

―¡Oh por favor, consíganse una vida! ―Volvió a poner los ojos en blanco.

-¡Daniel!

―¡No embaracé a nadie! ―replicó el rubio, levantándose de la cama con la intención de echarlos, pero claramente ellos no se movieron ―. La puerta está ahí, fuera. No tengo hambre.

Una Perfecta MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora