𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐋𝐈𝐈

40 0 0
                                    

𝑹𝒐𝒕𝒖𝒏𝒅𝒐 𝒇𝒓𝒂𝒄𝒂𝒔𝒐

―Dan... ―Nora rodó sobre su espalda, quedando boca abajo en el piso con una ligera sonrisa que pretendía hacerla ver inocente.

Ambos llevaban rato acostados en el suelo practicando el origami por insistencia de Nora ya que era una de sus actividades favoritas.

Daniel no lo hacía tan mal para ser su primera vez.

Él prestaba atención a las indicaciones que le daba Nora y las seguía al pie de la letra, aun así, había veces en que no le quedaba como quería y ante la frustración soltaba sus típicos comentarios que hacían reír a la pelirroja.

Era sin duda una tarde agradable y relajante, dejando muy lejos todos los sentimientos conflictivos de hacía dos días atrás.

―Tenemos planes para esta noche ―le informó, mirándolo con suma atención.

Hasta el momento no le había dicho absolutamente nada de la cena con Carlo.

Se le había pasado, pero en cuanto recibió un mensaje del italiano recordándole esta misma, supo que no tenía escapatoria y que debería abandonar su plan de una noche de películas y pizza.

Él ya estaba boca abajo, doblando las últimas esquinas de un dinosaurio de papel. Ambos miraron atentamente como él estiraba las alas y quedaba un perfecto pterosaurio, esos que vuelan y tienen cola larga.

Lo dejó delicadamente en el piso frente a él y la miró con curiosidad.

―¿Qué tipo de planes, pelirroja?

Nora se distrajo un momento mirando al lindo dinosaurio que había salido a la perfección.

Sonrío. Orgullosa de que Daniel aprendiera rápido.

―Bueno... ―Volvió a verlo y los nervios la atacaron por un segundo, no sabiendo si a él le gustaría ese plan ―, saldremos a cenar, pero no solos —dijo muy bajito lo último, tanto que Daniel solo pudo escucharla por la enorme cercanía entre ambos.

Él notó la tensión en los hombros de ella y la forma en que bajaba la mirada.

Era raro que usará sus dotes para analizar el lenguaje corporal con Nora, solía desactivarse todos esos mecanismos de su cerebro sin darse cuenta, pero de alguna forma lo notó. Frunció ligeramente el ceño pero luego lo relajó, casi como si nunca lo hubiera hecho.

Le dio un empujoncito en el hombro con el suyo.

―¿Cenaremos con la Reina y estas así porque no tengo traje elegante? ―bromeó ligeramente para que estuviera tranquila ―. Aún tengo tiempo de rentar uno y estamos listos para tomar el té, Pecosa.

Nora soltó un resoplido que pretendía esconder la ligera risa que quería soltar ante el comentario del rubio.

Con él era tan fácil aligerar la tensión.

Era como su don.

―Deberías ser comediante ―recomendó en parte siendo broma y en parte verdad ―. Cómo sea. ―Soltó un suspiro ―. Debo hablar con Carlo sobre algunos asuntos importantes, así que me invitó a cenar, y como le dije que no pensaba dejarte solo, sugirió que vinieras y así haríamos una cita doble ―explicó con algo de rapidez para no vacilar.

Él alzó solo un poco una ceja, algo casi imperceptible, pero allí estaba, era un gesto analítico.

Su mente fue a toda velocidad.

Recordó como lo había secuestrado y todo el problema con su hermana.

No le gustaba la idea que Nora estuviera en algo tan íntimo como una cena informal con Carlo, pero ¿qué podía hacer?, ¿decir que no y perder su oportunidad de tener un poco más información de esos "asuntos importantes"?

Una Perfecta MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora