𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐈𝐈

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𝑼𝒏 𝒑𝒍𝒂𝒄𝒆𝒓 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒓𝒕𝒆

El contexto de un momento en el que se está aburrido es simple: estás acostado en tu cama mirando al techo sin hacer nada más que respirar.

Simple, ¿ven?

A todos nos ha pasado muchas más veces de las que desearíamos.

Y dentro del momento de aburrimiento llega ese punto en el que no quieres pensar en nada, pero ahí estas, pensando en todo lo que te preocupa y te carcome por dentro, pensando en cómo harás para arreglarlo y seguir viviendo sin problemas.

Tus pensamientos comienzan a atormentarte hasta el punto en que ideas extremas para callarlos pasan por tu cabeza, pero son ideas que terminan descartadas porque sabes que pronto todo acabara y podrás continuar con tu rutina habitual.

Justo así se encontraba Daniel.

El aburrimiento lo llevó a pensar en todos sus problemas y las cosas que tendría que hacer para solucionarlos. Lo más frustrante era que la mayoría de las soluciones eran a mediano o a largo plazo, nada que le trajera paz al instante.

«Si sigo así voy a terminar en el manicomio», pensó con apatía, levantando su celular por décima vez para ver si mágicamente aparecía algo con lo que entretenerse.

En ese tipo de situaciones se lamentaba de no tener amigos o compañeros de trabajo con los que mantener una conversación agradable. Prácticamente estaba solo, exceptuando a que tenía a su hermana y primo como siempre, pero en esa ocasión quería tranquilidad, no caos.

Miró sus contactos, todos los números siendo pertenecientes a mafiosos, organizaciones secretas, fuerza armada, políticos corruptos, maleantes de baja clase o a su irritante madre. Nadie con quien se quisiera hablar.

Sin embargo, tenía cierto contacto que había agregado recientemente y al que podía escribirle sin que sospechara.

No estaba de humor, pero por chat siempre podía disimular, por lo que procedió a mandarle un mensaje antes de que el arrepentimiento lo invadiera.

¡Hey pelirroja!

Y mientras que él se hundía en el aburrimiento, Nora hacía todo lo contrario.

La pelirroja estaba bastante entretenida mirando una película de ciencia ficción en la comodidad de su departamento mientras comía unos Cheetos.

Casi nunca estaba ahí, pero ese día decidió que sería bueno relajarse y disfrutar de un momento consigo misma. Necesitaba un poco de paz, y eso solo lo podía conseguir estando lejos de su fastidioso y odioso hermano menor que se creía mayor.

Habían hecho las paces unos pocos días después de su discusión, y desde entonces él no había parado de fastidiarla con lo sucedido, volviéndose tan insoportable que en una ocasión Nora pensó en la idea de sedarlo para que durmiera por unas largas horas y dejara de atormentarla con su odioso rencor.

No había conseguido sedarlo, pero si alejarse de él por un día entero, y debía confesar que la estaba pasando de maravilla.

Cuando su celular sonó a causa de un nuevo mensaje entrante, Nora pensó que se trataba de Nate avisándole que se había arrepentido de pasar el día con su mejor amigo y que mejor iba a visitarla a ella, por lo que con un sonoro suspiro y las ganas de decirle que la dejara descansar por un día, tomó su teléfono con cansancio.

Grande fue su sorpresa cuando en vez de un mensaje de Nate, lo que apareció en la pantalla fue un mensaje de Daniel.

Alzó las cejas con impresión y sonrió un poco.

Una Perfecta MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora