Una Perfecta Mentira

𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐋𝐈

𝑼𝒏 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒐 𝒕𝒂𝒕𝒖𝒂𝒋𝒆

Un tatuaje espontaneo e impulsivo no parecía una mala idea.

De igual forma, ¿quién carajos pensaría que esa idea venía de una sucesión de pensamientos desesperantes y suicidas?

Exactamente, ¡nadie lo pensaría!

No viniendo de Daniel quien parecía ser la persona más alegre y burlona que existía.

Él había caído en un bajón bestial el día anterior pero ahora se mostraba tan... sereno, que casi podrían apostar a que él ya no tenía nada y parecería verdad.

Pero no era la verdad.

La verdad era que el sentimiento de culpa y la ansiedad lo carcomían por dentro.

Era consciente de lo que su propia mente podría hacerle, por eso había pasado el resto del día de ayer junto a Nora pese a la lluvia, el malhumor y la desesperación interna de salir de su propio cuerpo.

Fueron a comer, caminaron por un buen rato y Nora hasta se probó un par de hermosos vestidos en una pequeña tienda del centro por insistencia de Daniel.

Le encantaba verla.

Le relajaba verla.

Pero verla le hacía recordar la razón por la que se sentía mal.

Su hermosa sonrisa. Sus mejillas sonrojadas cuando coqueteaba con ella. La forma en la que su cabello volaba libremente mientras caminaba. Todo de ella era absolutamente precioso

¿Y él?, pues, él tenía la puta osadía de tener el poder para marchitar todo eso.

¿Quién se creía que era?

¿Por qué había pensado por un momento que era lo suficientemente superior como para hacer esto sin ningún cargo de consciencia?

No era su hermana, muchísimos su padre. Él tenía sentimientos. Profundos y abrumadores sentimientos.

Con más exactitud, tenía sentimientos por...

Sonó una alarma.

Agradeció internamente por reaccionar y así darse cuenta de lo que estuvo a punto de confesarse a sí mismo.

Subió la mirada del cuaderno en donde había estado dibujando hace unos momentos y vio a Nora en la cama.

Por supuesto que él no había dormido absolutamente nada en la noche y tampoco tuvo el valor de despertar a Nora que se veía tan pacífica y linda estando dormida.

Tampoco pensaba que ella tuviera programada alarmas para lo de ese día.

Miró su dibujo una vez más con una pequeña sonrisita para sí mismo.

Un gruñido escapó de la garganta de Nora en cuando el sonido de la alarma inundó sus oídos, taladrando su subconsciente de tal forma que logró que su lindo sueño se esfumara por completo.

A ella le encantaba poner alarmas para todo, pero también odiaba el momento en que estas interrumpían algo tan importante como su sueño.

Sin embargo, pese a sus enormes ganas de seguir durmiendo, se despertó, y aun con los ojos medio cerrados apagó la alamar que sonaba con cesar y se levantó de la cama, arrastrando las sábanas con ella.

Había puesto la alarma a las ocho de la mañana en un intento de aprovechar el día al máximo. Quería tener su cita con Daniel, así fuera solo fuera estar encerrados en la habitación hablando y haciendo manualidades, pero antes debían ir para lo del tatuaje, y ella gustosa de acompañarlo, todo fuera por verlo feliz.