𝐄𝐱𝐭𝐫𝐚 𝐈𝐈

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𝑬𝒍 𝒑𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓 𝒃𝒆𝒔𝒐 𝒅𝒆 𝑳𝒖𝒄𝒂

―No, no, no... ¡No, coño 'e tu madre!

Lo que parecía ser el grito agresivo de alguien molesto, poniendo en contexto la situación, en realidad era la expresión frustrada de Daniel que miraba con el ceño fruncido el gran "game over" que resaltaba en la pantalla dirigido hacia él como producto de su enorme derrota en el videojuego contra su primo.

El rubio que en otros momentos parecía amenazador e intimidante, en ese instante parecía un niño chiquito berrinchudo con esa camisa blanca de pastelitos sentado en un puff ―que para él se veía diminuto― y mirando a su primo con la derrota vislumbrando en sus ojos.

Día tranquilo, común y demasiado corriente para lo que acostumbraban, pero estaba bien. Todos en esa casa necesitaban un descanso de tanto drama en sus vidas.

―Hiciste trampa ―acusó, señalando la pantalla y frunciendo aún más el ceño.

Luca dejó de reír a carcajadas para ver a su primo con una gran sonrisa burlona.

Amaba ver su cara de frustración cada que perdía en los videojuegos, lo cual sucedía muchas más veces de las que Daniel alguna vez admitiría. Era de esas pocas cosas en las que Luca podía regocijarse por ser mejor que el rubio.

―Acéptalo, míster nunca-pierdo, acabas de perder ―Soltó una gran carcajada, sintiéndose feliz por su victoria ―, comprobando así que eres pésimo en esto. ―Le sacó la lengua en un gesto inmaduro.

La expresión berrinchuda de Daniel se acrecentó.

―¡Pero si soy bueno con armas reales, ¿cómo puedo perder en un estúpido jueguito de guerra?! ―se preguntó como si fuera el más grande dilema en su vida para después volver a señalar en mal plan a su primo ―. Hiciste tram...

Solo que sus acusaciones sin base no pudieron ver la luz del día ya que sonó el timbre.

―¡Yo no! ―dijeron al unísono, pero Daniel tuvo cierto segundo de retraso que lo hizo perder.

Refunfuñó más.

El moreno se mordió el labio para no volver a reír y miró a Daniel por sobre su hombro cuando esté se levantó de mala gana.

―¡Si es Tyler dale una patada en el culo de mi parte, y si es mi madre, dile que no estoy! ―le avisó antes de que saliera de la sala de juegos.

Daniel se rió por lo bajo gracias al comentario de Luca, decidiendo dejar su mala leche para otro momento y tranquilamente bajar a recibir a quien sea que estuviera importunando, tomando el aviso de Luca muy en serio.

Cuando abrió la puerta, se consiguió con alguien que no esperaba, pero tampoco le sorprendía ver.

―¡Hola Dan! ―saludó Mary, la mejor amiga de Daniela, con su típica energía alegre brotándole por los poros. Daniel le sonrió, aceptando el beso que ella le dio en la mejilla como saludo al momento de pasar sin siquiera pedir permiso ―. ¿Esta Dani?

―Por supuesto ―respondió él, cerrando la puerta tras de sí ―, ¿en dónde más estaría?

Mary se encogió de hombros, caminando a su lado casi que dando saltitos por las escaleras.

―¿Están solo los dos?

―No. Luca también está... ―Daniel se interrumpió a sí mismo y miró con los ojos entrecerrados a la pelinegra ―. ¿Por qué la pregunta?

―Por nada. Ustedes son tan raros que no me sorprendería que estuvieran a la mitad de un ritual satánico para pedirle a Satanás que se lleve a su padre a lo más profundo del infierno ―bromeó, sonriendo en grande al recibir una mala mirada por parte de Daniel ―. Es buena idea. Llámame cuando lo hagan y les ayudo. En fin, me voy con Dani, ¡bye! ¡No hagan brujerías sin mí que yo soy la bruja mayor y evitó los accidentes!

Una Perfecta MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora