𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐗𝐈𝐗

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𝑭𝒐𝒕𝒐𝒈𝒓𝒂𝒇𝒊́𝒂𝒔

 ―¡Venga!, ¡solo una más y ya! ―pidió Daniel con una gran sonrisa en su rostro ―. No seas así, Pecosa.

Le tomó una nueva fotografía con la cámara instantánea que habían comprado unas tiendas atrás.

Esa mañana habían decidido pasar un lindo día haciendo turismo al recorrer a pie la ciudad con la intensión de pasar un buen rato, yendo a su propio ritmo y ajenos a todos los demás que parecían ir con prisa.

Ya era como la décima foto que Daniel le tomaba a Nora de sorpresa con la excusa de que lo hacía para fastidiarla, pero la realidad es que lo hacía porque le gustaba cuando ella miraba distraídamente la ciudad. Se veía muy linda.

―Eres mi modelo, muñeca. No te hagas de rogar ―se quejó con diversión, haciéndole un par de cosquillas en las costillas.

Nora rió por las cosquillas, pero rápidamente se alejó de él con el ceño fruncido y la cara roja por el halago, o quizás por las cosquillas, también podía ser por el sol, aunque lo más probable es que fuera por todo lo anterior.

―Vas a gastar todo el papel solo tomando fotos de mí ―le reprochó, siendo que no le gustaba que le tomaran fotos cuando estaba distraída ―. Fotografía el paisaje, los monumentos, el cielo, la calle... ―Señaló todo a su alrededor ―. Eso es mucho más bonito e interesante.

Daniel la escuchó atentamente, siempre lo hacía, aunque hiciera como que no mientras miraba las fotos que habían salido y agitaba las que aún no se revelaban.

Se veían muy tiernos con él haciendo eso y la cámara colgando de su cuello mientras que Nora parecía molesta porqué tomó muchas a la vez mientras intentaba mirarlas disimuladamente.

―Si quisiera fotos del cielo, la calle o el paisaje, las buscaría en internet. Quiero fotos tuyas ―explicó muy seguro de ello, y entonces la abrazó por los hombros y le sonrió, agitando las fotos para que las tomara ―. Además, ¿qué monumento sería más bello que tú? Dudo que exista alguno.

Justo en ese momento pasaban frente a una pareja mayor y escucharon como la señora le reprochaba a su esposo el porqué no la trataba así de bonito.

Daniel intento no reír, en vano porque terminó soltando una pequeña risa nasal, ganándose con eso una mala mirada de Nora.

Se hizo el inocente aun riendo.

―No es gracioso ―le reprendió antes de seguir el camino hacia su próximo destino.

Y aunque parecía molesta, la verdad es que los halagos tan repentinos y seguidos de Daniel la dejaban fuera de base, y al no saber cómo reaccionar a estos, prefería mostrarse molesta por cualquier cosita.

Daniel se calló al verla molesta y caminó a su lado por unos cuantos segundos hasta que repentinamente se inclinó hacia ella para verla desde una altura más cercana.

―¿Te molestaste de a de veritas?

Hizo un pequeño puchero como si quisiera decir un "no te molestes conmigo, por favorcito".

Nora lo miró de reojo y sonrió levemente para tomarlo de la mano.

―No ―fue la única respuesta que dio antes de seguir su camino junto a él.

¿Cómo podría molestarse con él cuando lo único que hacía era tratarla como si fuese la chica más hermosa sobre la faz de la tierra?

Era imposible hacerlo.

Él miró de soslayo sus manos, entrelazando con lentitud sus dedos.

Sintió un calorcito agradable en el pecho al hacerlo. Le gustó demasiado esa sensación y prefirió guardar silencio por el momento para disfrutarlo.

Una Perfecta MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora