𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈𝐈𝐈

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𝑳𝒖𝒄𝒆𝒔, 𝒄𝒂́𝒎𝒂𝒓𝒂 𝒚... ¡𝒂𝒄𝒄𝒊𝒐́𝒏! 

Nora siempre había sido lenta para captar las indirectas, y generalmente se disgustaba por no poder entenderlas a la primera y quedar como estúpida por eso, sin embargo, esta indirecta fue lo suficientemente clara como para que ella pudiera entenderla sin ningún esfuerzo.

Una pequeña sonrisa coqueta se formó en sus labios, dejando de ser la tímida y avergonzada pelirroja para convertirse en la coqueta y ardiente Nora.

Se separó un poco de Daniel, lo suficiente como para verlo nuevamente a los ojos sin tener que alzar mucho la cabeza.

―Me encantan ―respondió en un tono igual de sugerente que su pregunta, guiñándole un ojo en el acto.

La sonrisa de Daniel se extendió y sus manos bajaron a las caderas de ella inconscientemente para apretarlas.

Y pensar que por un momento se estaba arrepintiendo de haberla seguido.

Dio un par de pasos atrás, llevándose a Nora consigo sin separarse ni un centímetro. Lo hacía tan lento para no romper la atmosfera que hasta eso lo hacía lucir sexy, ¡pero vamos!, ¿en el poco tiempo que han estado juntos había hecho algo que no lo hiciera ver sexy?

Poco probable.

―¿Te gustaría estar en una de esas películas, Nora?

La forma en la que pronunció su nombre...

Era la segunda vez que lo decía, pero en esta pareció que lo saboreara como si del más delicioso manjar se tratara, disfrutando cada letra que salía de su boca para completar el maravilloso nombre de la pelirroja.

«Di que sí, joder, es lo único que necesito para no dejarte ir por toda la puta noche», imploró en su mente con agitación.

Y mientras, un escalofrió placentero recorrió todo el cuerpo de Nora al escuchar la voz ronca y sensual de Daniel pronunciar su nombre de aquella manera, logrando que la temperatura de su cuerpo subiera con rapidez.

Si con el beso se había sentido caliente, ahora se sentía como en un incendio: ardiendo.

Acercó su rostro al de Daniel lo suficiente para que sus labios rozaran.

―Si eres tan buen actor como besador, entonces estaría encantada de estar contigo en una de esas películas.

En cualquier otra circunstancia ella se hubiese reído a carcajadas por su elección de palabras cuando claramente se refería a tener sexo, pero en ese instante lo menos que había en su frase era humor. Toda ella estaba cargada de deseo y de ansias por saber que podía hacer Daniel con otra parte de su cuerpo que no fuera su boca.

Daniel la miró con una gran sonrisa antes de volver a besarla.

No tenía nada más que decir, y aunque a su lado burlón le causara gracia como se referían a todo eso, estaba demasiado caliente como para pensar en algo gracioso.

No esperó más. Le daría algo si se quedaba un minuto más en esa jodida pista, por lo que entrelazó sus dedos con los de Nora y la dirigió a la salida.

Mientras más pronto llegaran a... cualquier lugar, a la casa de alguno o a un motel de mala muerte, sería mejor. Él solo quería privacidad para todo lo que tenía planeado hacer esa noche.

Nora siempre había sido lo que la sociedad consideraba como una "chica buena", de esas que acataban las reglas al pie de la letra, que no se metían en ningún tipo de problemas a propósito, y sobre todo, de esas que no se andaban acostando con el primer hombre que se le cruzara por el frente.

Una Perfecta MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora