𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

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𝑨𝒓𝒕𝒆 𝒆 𝒊𝒏𝒔𝒆𝒈𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅𝒆𝒔

¿Por qué?

Una pregunta que rondaba en la mente de todos al realizar un acto del que luego el arrepentimiento nos pasaría factura.

Una pregunta que aparecía repentinamente en la mente de Daniel cada que tomaba.

¿Por qué tenía que tomar?

¿Por qué después de decir que no volvería a hacerlo lo hacía?

¿Por qué el alcohol era tan delicioso?

¿Por qué existía la resaca?

Porque sí, tenía una resaca y de las fuertes.

No recordaba la mayoría de las cosas que había hecho en la gala, pero por el mal presentimiento que tenía, la noche pasada había sido más que caótica.

Su presentimiento fue más que confirmado cuando Luca le dijo que lo más "tranquilo" que había hecho fue subirse a una mesa para realizar un exótico baile a la vista de todos los invitados.

Gracias al cielo lo bajaron antes de que el espectáculo pasara a demostraciones mayores.

Y luego de una divertida y escandalosa mañana con los amigos de su hermana menor, para la tarde el dolor de cabeza en Daniel ya se había reducido considerablemente, dejando que volviera a su nueva rutina: pasar horas sentados en su escritorio mirando el expediente.

Solo que para ser sinceros, no analizaba ningún expediente. En realidad contemplaba el dibujo que había hecho el día anterior en la esquina inferior de una de las tantas hojas.

Se preguntó que estaría haciendo Nora, llegando rápidamente a la conclusión de que seguramente no estaría reventándose la cabeza como él lo hacía por un expediente, unas fotos de boda y un vestido lleno de barro que de nada servía y que había tirado a una silla lejana, mas desde la distancia este parecía decirle: "¡Hey capullo, aquí esto!, ¿no quieres saber cómo terminé así?"

No, no quería, pero a la vez sí.

Él no quería saber la historia detrás del vestido enlodado solo para no pasar rabia, pero a la vez si quería porque deseaba saber todo sobre esa chica por... motivos profesionales. Sí, solo por eso.

Suspiró con pesadez.

Ese día no la había llamado, quizás...

Antes de que su cabeza se llenara de más dudas, tomó su celular y buscó a Nora entre sus contactos.

Después de marcar, no tuvo que esperar mucho a que Nora contestara. Y no es como que ella estuviera esperando su llamada desde que despertó, por supuesto que no, ella simplemente estaba utilizando su celular en el momento justo.

―¡Daniel! ―su saludo fue alegre y cálido.

―¡Hey! ―saludó Daniel, contagiándosele de inmediato el tono alegre de ella―. ¿Cómo estas, linda? Ha pasado una eternidad desde la última vez que hablamos.

Exageró en broma. En realidad habían hablado el día anterior en la mañana por varias horas.

La pelirroja soltó una pequeña risa.

―No exageres, hablamos ayer. ―Una sonrisa se extendió por su rostro ―. ¿Cómo te fue en la gala? ―preguntó casi de inmediato.

―Grandioso hasta lo que recuerdo ―contestó él, dando vueltas lentas en su silla giratoria ―. Un consejo: si quieres saber que pasó en una elegante gala al día siguiente de esta, no te tomes todo el champagne de fresa.

Una Perfecta MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora