𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐗𝐈

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𝑴𝒂𝒍𝒂𝒔 𝒏𝒐𝒕𝒊𝒄𝒊𝒂𝒔

Nora no había podido pegar un ojo en todo lo que quedaba de noche. Su mente constantemente le hacía recordar todos los malos ratos que había pasado en algún punto de su vida con los hombres y cada que sentía que iba a quedarse dormida, un recuerdo invadía su mente, sacándole uno que otro sollozo.

Ella realmente nunca había tenido suerte con los hombres, pero allí estaba, tratando de no meterlos a todos en un mismo saco y dándoles oportunidades, ¿y cómo le pagaban ellos?, diciendo abiertamente que se irían con otra apenas salieran de la habitación.

Ella no podía evitar preguntarse el porqué.

¿Por qué nunca había podido mantener una relación?, ¿por qué nadie la valoraba y solo la veían como un objeto?, ¿por qué no le tomaban un poco de cariño aunque ella se esforzara por ser la mejor?, ¿por qué siempre terminaban cambiándola por otra?

¿Por qué otras chicas y no ella?

¿Qué era lo que estaba haciendo mal? ¿Acaso tratar de ser la mejor estaba mal?, ¿debía actuar como si no le importara nada para ver si así la valoraban un poquito?, ¿o simplemente debía resignarse a recibir migajas de cariño por parte de cualquier hombre que estuviera fuera de su núcleo familiar?

Estaba cansada de todo, y en momentos como ese las advertencias de su hermano llegaban a su mente para atormentarla aún más.

Él siempre tenía razón, pero allí estaba ella, haciendo caso omiso a sus consejos y dándose un fuerte estrellón contra la realidad.

Lo único bueno es que aunque Nate siempre le reprochaba por ser tan tonta, él igualmente estaba ahí para recoger sus pedazos.

Él era la única persona que podía considerar como un verdadero amigo, y eso era bastante triste en su opinión.

―¡Joder! ―susurró, poniendo un brazo sobre su rostro para taparlo.

Cerró sus ojos, tratando de dormir un poco, pero sencillamente no podía.

Ahora debía pensar en que haría con Daniel.

Y no es como que hubiera mucho que hacer, él se iría ese día y para ella sería mucho más fácil, sin verlo en persona solo le quedaba el ignorarlo por mensajes.

Era fácil, pero sabía que iba a sufrir, ya se había encariñado con él y acostumbrado a su presencia diaria.

―Estúpida, Nora. Eres una estúpida ―se recriminó a sí misma, soltando un enorme suspiro cansando cuando la alarma de su celular sonó.

Era momento de fingir que nada había sucedido y seguir con su vida con una enorme sonrisa falsa que todos creían verdadera.

∫∫∫

―Mejor hubiese sido una dormidita.

―Cállate y termina.

―Me encanta tener un hermano sin masculinidad frágil.

―¿Vas a seguir?

―Solo digo, aunque sigo pensando que dormir habría sido mucho mejor.

Daniel refunfuñó cuando su hermana se alejó varios pasos para ver lo que hacía y al verse satisfecha dejó las brochas en su estuche.

La chica no se maquillaba demasiado, más bien le parecía algo innecesario en ciertas ocasiones, pero siempre llevaba consigo un estuche lleno de este por "motivos personales" que nunca quería aclarar.

Cosa que le vino muy bien a Daniel y a sus enormes ojeras producto de no dormir.

Lo intentó, y bastante.

Una Perfecta MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora