𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐗

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𝑩𝒐𝒏𝒊𝒕𝒂 𝒚 𝒕𝒐𝒏𝒕𝒂

Después de una noche de intenso cardio lo que cualquiera querría hacer es dormir hasta muy tarde para recuperar toda la energía posible, descansar junto a la persona con la tuvo una noche alocada o quizás no ―dependía de las preferencias de cada quien―, y despertar cuando ya sus tripas chillaran por falta de alimentos. Muchos conseguían tener todo eso o al menos un poco, pero habían otros desdichados que tenían muy mala suerte.

Una de esas personas con mala suerte era Daniel.

Entre su profundo sueño terminó frunciendo el ceño al sentir la luz del sol pegar directamente a su cara, sintiéndose demasiado real como para tratarse de una simple ilusión dentro del sueño. No estaba acostumbrado a ella ya que siempre cerraba el balcón y corría las cortinas de su habitación cuando iba a dormir más que todo por paranoia, por lo que cuando abrió los ojos puso una mano sobre su rostro para bloquear el exceso de luz.

Estuvo confundido por unos segundos al no entender de dónde provenía tanta luz y, estuvo tentado a cerrar la jodida ventana de un golpe para poder seguir durmiendo, solo que captó un movimiento por el rabillo del ojo que le hizo recordar que no estaba en su casa por lo que eso no era una opción.

Evitando soltar un gruñido, se incorporó apoyando los codos sobre la cama y observó de arriba abajo a una linda pelirroja que rebusca quien sabrá que en su armario.

Como estaba de espaldas a él, Daniel se tomó el tiempo para deleitarse con la vista antes de llamar su atención.

―¡Hey pelirroja! ―llamó con voz pastosa y muy animada como para apenas recién despertarse. Cuando ella volteó, él le dedicó una de sus encantadoras sonrisas ―. ¿Pensabas huir de mí sin siquiera decir buenos días? ―no pudo evitar bromear.

Al escuchar su voz, Nora se giró hacia él con la misma velocidad que tendría un niño a quien han pillado haciendo alguna travesura, solo que ella no estaba haciendo nada malo.

Nora no pensó que él iba a despertar tan temprano. Se veía tan cansado por lo de la noche anterior que ella creyó que dormiría por lo menos hasta las tres de la tarde.

Okey, exageraba un poco, pero era para darle énfasis a su pensamiento y que quedara bastante claro.

Le regaló una pequeña sonrisa tímida antes de colocarse una camiseta desteñida de andar en casa.

―Fuera una huida si este no fuera mi departamento ―contestó con diversión ―. Perdón por despertarte ―murmuró después, creyendo que él había despertado a causa de sus ruidos.

―Nada que ver, pelirroja ―respondió con ligereza al tiempo en que se sentaba para estirar los brazos y el cuello.

Sus bíceps se contrajeron y el tatuaje de mariposa salió a la luz viéndose mucho más claro al igual que su torso muy bien trabajado y sus pectorales bien marcados. El cabello rubio le caía alborotado sobre la frente, y sus ojos estaban de un azul pálido al que él llamaba azul bebé producto de su despertar.

―Fue la ventana ―completó.

Su mirada se enfocó en los ojos de Nora y una pequeña sonrisa ladina adornó su rostro.

Nora se quedó mirándolo fijamente por unos segundos, admirando lo guapísimo que era aún recién levantado.

Daniel podía considerarse perfectamente como una obra de arte que debería ser ilegal por tanta belleza.

Nora aún no se podía creer que él se hubiera fijado en ella, pero allí estaban los dos mirándose frente a frente luego de una noche desenfrenada.

Toda la situación parecía salida de un libro de romance cliché de esos que ella leía en sus tiempos libres, pero era la vida real, no un libro ni un sueño.

Una Perfecta MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora