𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐋𝐈𝐈𝐈

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𝑰𝒏𝒔𝒊𝒏𝒖𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔

... Coraline. Dimmi le tue verità, Coraline, Coraline

Coraline bella come il sole

Guerriera dal cuore zelante

Música y trazos.

La mañana se sentía ácida como el olor a pintura, pensativa como un cerebro caótico y tranquila como el cielo despejado de ese día.

Capelli come rose rosse

Preziosi quei fili di rame, amore, portali da me

Ver a un artista inspirado siempre sería maravilloso, era casi enigmático, completamente hipnotizante la forma en que sus dedos se doblaban y tensaban para mover el pincel por el lienzo en trazos firmes y precisos, muy seguros de sí, ajenos a la expresión perdida de su dueño.

Se senti campane cantare

Vedrai Coraline che piange

Che prende il dolore degli altri

E poi lo porta dentro lei

Daniel estaba despierto desde hacía rato... hacía mucho rato.

En la madrugada su sueño se fue a la mierda.

No había estado muy bien después de enterarse de lo que Carlo le dijo a Nora.

A parte de lo peligroso que era que Carlo se metiera en aguas más turbulentas, eso podría meterla a ella en problemas por mucho que no estuviera completamente involucrada.

Coraline, Coraline

Dimmi le tue verità, Coraline, Coraline

Dimmi le tue verità

No debería pensar en eso tampoco.

Lo que hiciera Nora en su trabajo no le competía. Mejor dicho, si le competía pero no debería estar sintiendo la necesidad de querer protegerla cuando se suponía que debía buscar la manera de hundir a otros.

Nunca pensó que con eso recaería sobre sus hombros la responsabilidad de que ella también pudiera caer.

Coraline, Coraline

Dimmi le tue verità

Cuando ya no pudo soportar seguir pensando en ello, sus trazos se hicieron más rápidos, más duros.

Lentamente la luz se iba haciendo presente por el amanecer que él apenas notaba.

No podía sentir tanta culpa por una chica.

Si fue preparado desde niño especialmente para no sentir culpa, ¿por qué la sentía?

Oh sí. Si sabía porque la sentía aunque jamás fuera capaz de admitirlo.

De admitir el hueco que empezaba a abrirse en su pecho con más y más grandeza.

Pero aunque él no quisiera aceptar ni darle nombre a ese revoltijo de sentimientos que se arremolinaban en su pecho causando estragos en su interior, estaban ahí y sería muy difícil eliminarlos, por no decir casi imposible.

Daniel ya había caído en un abismo profundo del que no había salida, y lo único que le quedaba era resignarse y terminar de caer.

Quizás en el fondo lo esperaba una suave colcha que amortiguaría su caída y lo induciría a una vida de ensueño y esperanzas, o un duro pavimento que lo regresaría a la cruel realidad.

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⏰ Última actualización: Jan 01 ⏰

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