Lazos - Omegaverse

2K 54 2
                                    


VOLKACIO

En la antigüedad, la raza humana se dividía en hombres y mujeres. Sin embargo, producto de la baja natalidad, el cuerpo humano evolucionó dividiendo a las personas en tres tipos de géneros, alfas, betas y omegas, siendo estos últimos capaces de procrear, independientemente de su categoría sexual.

Con el advenimiento de esta nueva división, se creó rápidamente una escala jerárquica donde los alfas, siendo la mayoría poblacional y quienes poseían mejores atributos, estaban en la cima, seguido de los betas, quienes no poseían ninguna característica particular, y por último los omegas, subyugados al último escalafón, en general, eran utilizados como objeto de deseo, prescindiendo de ellos para cualquier actividad que no fuera la reproductiva.

La sociedad no distaba mucho de lo que había sido en el pasado, a pesar de que en los últimos años los omegas adquirieron cierto respeto, todavía no podían participar en varios trabajos, el ejército y la policía eran algunos de ellos.

Viktor lo comprendía, después de todo, si un omega entraba en celo en un lugar lleno de alfas, las cosas se saldrían de control inmediatamente, pero eso no le importó, su deseo de entrar a la milicia lo llevó a querer ocultar su generó a toda costa, y lo logró, durante años fue parte de las fuerzas armadas, sin que sus compañeros lo descubrieran.

Unos años después, al tener que viajar a Estados Unidos, ingreso en el Cuerpo Nacional de Policía, falsificar el certificado de género, fue toda una odisea que lo llevó a recorrer los bajos mundos de aquella ciudad desconocida para él, pero su sueño lo valía, no se daría por vencido.

Hay un momento en el que sin darte cuenta, te equivocas de camino, un paso en falso es lo único que hace falta para caer en un pozo del cual es imposible salir sin ayuda, Volkov lo sabía, tenía claro que cualquier equivocación que cometiera significaría su condena, lo sabía, pero no pudo evitar equivocarse.

Algo andaba mal esa mañana, su mente estaba dispersa y sentía el cuerpo más pesado de lo común, sin embargo, adjudicó aquello a una futura gripe, ya que el día anterior la lluvia lo había alcanzado, llegando a su casa, empapado.

Arribó como cada día a comisaria, arrastrando los pies, se dirigió al vestidor donde varios de sus compañeros ya se estaban cambiando, desde que ingresó al cuerpo, al igual que como lo hizo en Rusia, no permitió que ninguno de aquellos alfas lo amedrentara, siempre trataba de mantenerse firme, a pesar de que algunas veces, se veía condicionado por la "voz" que estos usaban, para su suerte, nadie percato de ello en ningún momento.

Las cosas empezaron a ir mal al llegar a su casillero, el calor comenzó a extenderse por todo su cuerpo. Llevó su mano al interior de la pequeña caja metálica en donde guardaba sus pertenencias, manteniendo la calma, mientras el sudor se hacía presente. Escuchó el ruido a su espalda, adjudicándolo a la salida de sus compañeros, suspiró audiblemente soltando el aire que no sabía, estaba reteniendo, al menos sus feromonas aún no se desprendían alertando a los demás, pero debía solucionarlo rápidamente.

Comenzó a buscar, estaba seguro de tener un inhibidor en algún lugar, los nervios se hicieron presentes cuando no logró encontrarlo. Su respiración comenzó a agitarse, producto de la excitación, la situación ya era inminente, su celo había llegado sin ningún tipo de aviso.

Comenzó a rebuscar con mayor intensidad, procurando mantener la vista fija en su cometido, ignorando lo que sucedía a su alrededor, si no encontraba el supresor estaría en grandes problemas.

Se detuvo al escuchar como la puerta era abierta, los pasos acercándose fueron lo siguiente, cerró sus ojos, esperando el ataque, ya no había tiempo, el celo no le permitía pensar con claridad, sus piernas flaqueaban, sentía la necesidad cada vez más fuerte, hasta hacerlo perder la razón, desplomándose en el frio suelo.

One Shot +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora