Almas Gemelas

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VOLKACIO


Si pudieras ver el color de tu alma gemela.

¿De qué color crees que sería?

Los colores poseen diferentes significados, un color determinado puede provocar ciertos sentimientos y estados de ánimo, a veces, los colores nos sirven para expresarnos, dejando ver, parte de nuestra alma.

Horacio había pasado la mayoría de su adolescencia buscando el color en las personas, para su mala suerte, nunca lo había encontrado.

Mientras crecía, escuchó la existencia de las almas gemelas, supo por las funcionarias del hogar en el que se encontraba, que esta se presentaba en forma de un color, nadie sabía el color de su pareja destinada, sin embargo, una vez lo veías, se suponía que te dabas cuenta, al menos eso fue lo que creyó.

A medida que crecía, los sueños de su yo del pasado, se fueron desintegrando con la cantidad de decepciones que se había llevado en la vida, llegó un punto, en que su obsesión fue tal que se sumió en un pozo oscuro del que le fue muy difícil salir.

Si logró volver a recomponerse, fue gracias a su mejor amigo, quien tampoco había encontrado su alma gemela. A Gustabo le era indiferente, "no la necesito" le respondía cada vez que le preguntaba porque no se interesaba en el tema, sin embargo, ahí estaba él, con aquel sueño prácticamente inalcanzable.

Noche a noche se sentaba en aquel bar, aunque estaba repleto de personas, se sentía solo, si no fuera porque Gustabo, siendo el bartender de este lo acompañaba, estaría completamente perdido.

Iba al menos por la quinta cerveza, cuando el rubio lo instó a dejar de tomar, por lo que decidió levantarse e ir al baño, seria buen momento para librarse por un momento de la mirada acusadora de su amigo.

Gustabo solo quería cuidarlo, estaba al tanto de eso, después de lo que sucedió hace algunos años, era normal que velara por su seguridad, Horacio era una persona inestable y odiaba serlo por un simple sueño de adolescente.

Ingresó sin prestar mucha atención a su alrededor, apoyó sus manos sobre el lavabo, observándose en el espejo. Soltó un suspiro, ¿Cuántas veces haría lo mismo? Sus ojos verdosos le devolvieron la mirada, ya no había rastro de aquella luz que tenía cuando era apenas un niño.

Un movimiento a su izquierda hizo que desviara la atención a aquel lugar, observando a la persona que se mantenía parada junto a uno de los cubículos, dejándolo estupefacto.

A través del espejo veía a ese hombre, al menos veinte centímetros más alto que él, con una vestimenta poco común para aquel lugar, con el pelo gris ceniza perfectamente peinado, pero lo que más le llamó la atención fue el color que emanaba y que claramente pudo visualizar, azul.

Ambos hombres se mantuvieron estáticos, observándose mediante el reflejo, al menos, hasta que el de cresta volvió en sí, saliendo despavorido del lugar con el corazón en la boca.

No podía ser posible, pensaba, mientras rápidamente se dirigía al lado de su amigo.

- Gustabo – lo llamo, elevando la voz por sobre la música que salía de los parlantes – Gustabo – repitió la acción.

Su amigo se acercó en cuanto dejaron de solicitarle bebidas.

- ¿Qué pasó? – lo miró preocupado – ¿alguien se propasó contigo en el baño? – el de cresta negó con la cabeza.

- Lo encontré.

- ¿Qué? – el rubio estaba confuso, creyó que el alcohol ya estaba afectando al menor.

- Esta en este bar, en el baño – el de cresta se mostraba notablemente nervioso.

- ¿Quién? – Gustabo desvió sus ojos hacia el lugar del que venía el menor, intentando comprender que quería decir.

- Lo vi – explicó Horacio – su color, es él.

Las palabras de su amigo, hicieron que Gustabo soltara el vaso que tenía en sus manos por la sorpresa.

- ¿Cómo que lo viste? Explícate.

Horacio trató de contarle como habían sucedido las cosas, pero en cuanto su mirada fue hacia atrás, pudo observar como aquel hombre se acercaba a ellos, poniéndolo nervioso automáticamente, olvidando lo que estaba a punto de decir. Gustabo por su parte, se limitó a ver hacia donde lo estaba haciendo su amigo.

Volkov se acercó a aquella persona que lo dejó solo en el baño, de todos los lugares de aquella podrida ciudad, nunca esperó encontrar su alma gemela en ese bar, y mucho menos, que esta fuese un hombre. El género no le importaba en lo mas mínimo, pero no podía negar que lo tomó por sorpresa.

El color esmeralda que pudo ver al salir del cubículo, había cautivado sus sentidos. Se tomo el tiempo de apreciar aquella figura de espaldas, mientras este observaba su reflejo, no podía negar que le gustó lo que vio y por alguna razón, sintió paz en ese momento.

Cuando los ojos del de cresta conectaron con los suyos, lo supo, supo que su destino estaba entrelazado, sin embargo, antes de que pudiera decir algo, el chico salió huyendo de allí.

Se mantuvo en su lugar, reordenando sus ideas, ¿Qué haría a continuación?

Como investigador privado, estaba siguiendo la pista que le daba la policía sobre una venta de droga, hasta el momento, no logró divisar nada en ese lugar, dudaba que a esa altura de la noche, el intercambio se diera, por lo que armándose de valor, comenzó a caminar hacia la puerta, con la clara intención de buscar a aquel sujeto con el que claramente tenía una conexión, estaba claro que él también había sentido algo, sino no veía motivos para huir.

Horacio estaba más que nervioso, sus manos sudaban, por lo que tuvo que pasarlas por el pantalón para limpiarlas, aquel hombre se acercaba cada vez más, manteniendo su vista fija en él.

Cuando llegó al destino, el de cresta tuvo que levantar su cabeza, ya que se mantenía sentado, mientras que el otro estaba de pie.

Gustabo decidió dirigirse al otro lado de la barra para darle más privacidad, el rubio sonrió, se alegraba de que por fin su amigo encontrara aquello que anheló siempre, la forma en que ambos se miraban dejaba muy en claro lo que estaba sucediendo.

El rubio no entendía bien el tema de las almas destinadas, nunca le interesó realmente, pero si sabía que una vez que la encontrabas, era cuestión de tiempo para que todo fluyera.

- Hola – el ruso fue el primero en hablar, algo dubitativo.

- Hola – respondió Horacio avergonzado.

Mantuvieron los ojos el uno en el otro, sin poder despegarlos, la atracción que sentían era indescriptible. No supieron cuanto tiempo se mantuvieron en la misma posición hasta que el más alto volvió a hablar.

- Creo que eres mi alma gemela

- Si – Sonrió el de cresta, mostrando sus blancos dientes, mientras un brillo que pensó estaba perdido volvía a sus ojos – yo lo creo también.  

One Shot +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora