One Shot +18

Decisiones y promesas

Tomó asiento en su sillón despojándose de la peluca que perfectamente se adhería a su cuero cabelludo, exhalando el aire que minutos antes, cuando entro a la vivienda que ocupase como tapadera de su infiltración, inhalase como forma de mantener la calma.

Cerró los ojos, permitiendo que sus músculos abandonaran la tensión del día, necesitaba más que un buen ejercicio de respiración si quería que el estrés de pasar todo el día entre rusos intentando buscarse un hueco para poder estar a la altura de los negocios turbios sin levantar sospechas se disipara. Fue por ello que se incorporó dirigiéndose al baño.

Una vez se hubo despojado de la ropa, quedó de pie frente al espejo, el reflejo que allí veía era de su persona, de Viktor Volkov ya desprovisto del disfraz, exceptuando los lentes de contacto, que con la idea de darle a Boris un tono café había tenido que usar. Con bastante parsimonia procedió a quitárselos, depositándolos en el lugar adecuado luego de limpiarlos para enseguida colocarse las gotas en los ojos, no solo por la irritación producida por dichos lentes, que nunca antes de esa vez utilizó, sino también debido a las noches de insomnio. Muchas cosas cambiaron en su vida los últimos años, menos las pesadillas.

En los meses siguientes a que Horacio hubiera desaparecido de su vida estas volvieron con más intensidad, el escenario de sus sueños oscuros ya no era el mismo, pero el miedo se asemejaba, porque esta vez era Horacio el que se encontraba frente a una inminente muerte sin que él pudiera siquiera mover su cuerpo, su subconsciente se recriminaba por no darse cuenta de la situación hasta que fue demasiado tarde, y este, se lo mostraba visualizando al de cresta frente a su hermana y su padre, siendo su víctima, sucumbiendo a un disparo mortal.

Como siempre despertaba en el mismo momento, justo cuando los ojos de Horacio iban perdiendo vida y la sangre se derramaba por el piso, era allí donde todo bajo sus pies se desmoronaba cayendo al vacío hasta desorientado se incorporaba, con la respiración agitada intentaba ordenar las ideas hasta que una hora después lograba calmarse y las lágrimas comenzaban, silenciosas.

Cerró la llave tocando con sus largos dedos el agua caliente de la tina, no era asiduo precisamente a utilizarla pero sentía que ese día era necesario, por lo que lentamente, introduciendo una pierna y luego otra, se dejo engullir por el calor hasta que solo su cabeza estuvo sobre la superficie. Respiró con tranquilidad dejando que el silencio reinara en el lugar, para su suerte, donde había decidido residir las personas no era lo que se decía molestas, el complejo de apartamentos, de construcción reciente, tenía pocos inquilinos.

En la comodidad de su baño dejó que su mente tomara el mando rememorando las situaciones del día. Todo había comenzado con normalidad, después de alistarse había partido hacia la central de taxis donde trabajaría la mayoría del día hasta que la hora para el concurso, al que varios de sus compatriotas se anotaron, diera comienzo.

Se dedicó a abordar pasajeros trasladándolos a sus respectivos destinos, recibiendo alguna que otra propina por su labor. Aquella tarea tenia de plus, además de su infiltración a la posible mafia rusa que se estaba formando, el saber sobre otras situaciones que se sucedían en la ciudad, sobre todo en lo que a bandas se refería, por ello, cada vez que algún cliente peculiar solicitaba sus servicios ponía todo su empeño en escuchar cada palabra que estos le dedicasen en "complicidad" trasladando la información luego a las dependencias correspondientes.

El "Tequila" era un bar como cualquier otro al que haya asistido en los últimos años, algunas barras, un escenario, tarimas y una pista de baile. Al ingresar con sus colegas fueron primero a la barra, comprando lo que claramente todo ruso bebía, Vodka, luego de eso se organizaron en una ronda compartiendo charlas sobre temas banales y el futuro de la competición. Se encontraba absorto en la charla cuando le oyó y sus sentidos dejaron de funcionar.