Pride

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- Horacio se nos hace tarde – medio gritó Volkov caminando por el pasillo antes de ingresar a la habitación.

A medida que caminaba, el ruso no pudo evitar tirar del borde de la camisa que llevaba puesta, esa que el de cresta había elegido especialmente para él en aquella ocasión. No podía negar que los colores tan llamativos no eran lo suyo, pero esa prenda tenía impregnado un significado especial, uno que meses antes comprendió mediante la búsqueda en internet y las preguntas constantes a Horacio.

Dejo ir la prenda atravesando la puerta para encontrarse de frente con la figura de Horacio, la cual lo dejó boquiabierto.

- ¿Crees que me queda bien? – preguntó el moreno sin mirar al mayor, pues su vista estaba puesta en su reflejo, observando cada detalle del oufit elegido, prestando especial atención al maquillaje y peinado. Todo debía estar en su lugar, perfecto.

Horacio siempre esperaba aquel día con especial emoción, no porque fuera momento de demostrar algo al mundo, eso ya lo hacía cada día cuando decidía salir a la calle y mostrarse tal cual era, sin importarle las normas sociales o morales impuestas por la "mayoría", sino porque era la oportunidad de muchos de decir "estamos aquí".

Era por ello que siempre ponía esmero especial en su aspecto, además, ese año iría junto a Volkov, como pareja, después de años en los que este se negaba a aceptarse y aceptar que lo que sentía por Horacio era simple y llanamente amor.

Sus ojos se mantenían fijos en el reflejo del espejo, inspeccionó una vez más. Ojos con maquillaje de efecto acuarela con los colores de la diversidad, cresta con mechas coloridas, falda oscura pero con pliegues donde también podían visualizarse los colores, sonrió, la había escogido especialmente por ello, sumado a los bolsillos y las cadenas que colgaban de ella le daba un toque especial, torso desnudo, porque no sería él si no lo llevara de esa forma, ninguna camiseta le hacía justicia y botas estilo tejanas. Sin duda estaba perfecto.

- ¿Acaso algo a ti te queda mal H? – pronunció Volkov respondiendo a la pregunta, su voz saliendo un poco más ronca de lo normal.

La pregunta del ruso tomó a Horacio por sorpresa, haciendo que sus ojos buscaran a través del reflejo la figura del mayor, encontrándolo unos metros más atrás, estos se cruzaron, destellando con expectación. Un segundo después el menor dio la vuelta quedando de frente al ruso, haciendo que la falda se acampanara por la velocidad del giro mostrando por un momento su ropa interior, generando que Volkov se atragantara con su saliva y tosiera en consecuencia.

Por otro lado, Horacio quedó asombrado al poder ver, ya no solo en su imaginación, a Volkov con aquella vestimenta. Lo primero que observó fue la camisa con el colorido característico en forma de arcoíris, era lo más destacable, llevaba además unos pantalones color negro y unos zapatos del mismo tono. Sin duda su aspecto no sobresaldría pero eso le bastaba a Horacio.

- No lo sé, pero a ti sí que te queda bien esa camisa – no tenía idea de cuánto había demorado para dar aquella respuesta, era lo que el ruso provocaba en él cada vez que lo veía.

- ¿No crees que es un poco...llamativa para mi persona? – preguntó algo inseguro, no era que la camisa le disgustara, pero estaba tan acostumbrado a llevar siempre colores fríos que aquella variedad de tonalidades le hacían sentir un poco fuera de lugar.

- Que va, así estas estupendo. Ahora lo importante, ¿Qué tal estoy yo? – colocó sus manos en las caderas posando, esperando el veredicto de su acompañante.

- Pues...te ves...bien, es decir, ese atuendo te sienta bien, como cada prenda que te pones – respondió Volkov, algo escueto debido a los nervios, a su perspectiva, Horacio siempre se veía fantástico.

La vista del ruso se dirigió al pecho descubierto de Horacio, apreció su tez morena y la destacada figura de sus abdominales, luego subió a su rostro, que incluso las veces que estaba sin maquillaje destacaba, sus labios carnosos le invitaban a acercarse, sin embargo se contuvo, no era el momento. Bajó a la falda, no había duda que todo le quedaba a la perfección, como si las prendas fueran diseñadas solo para él.

Horacio quedó en silencio por un momento, luego lo miro con mala cara.

- ¿Solo bien? – bufó insatisfecho con la respuesta – no importa, vamos que llegaremos tarde.

El moreno tomo de la mano a Volkov guiándolo hacia la salida. Convencer al ruso de participar en la marcha no fue tan difícil como esperaba, desde hacia un tiempo Volkov se había mostrado interesado en esos temas, en comprender todo aquello que le había sido ajeno hasta el momento y Horacio estaba más que encantado de mostrárselo. Por lo tanto, solo bastó mencionar la marcha para que este aceptara, incluso cuando le dio la camisa no protestó, lo que llamó la atención del menor, pero cuando le preguntó a Volkov este simplemente le dijo "a ti te hace ilusión" continuando con lo que estaba haciendo como si aquellas palabras no fueran directo al corazón del de cresta.

Ambos salieron de la casa rumbo al centro, donde se llevaría a cargo la marcha, en el camino, se encontraron con más personas que se dirigían al mismo destino. En algún momento Volkov había tomado de la mano a Horacio con la excusa de que así no se separarían o perderían, y Horacio claramente no puso objeción, se sentía feliz, dichoso de tener a su lado a una persona como el ruso, que lo apoyaba sin importar el motivo, estando a su lado. Poco quedaba del Volkov que había conocido hace tantos años.

- Parece que hemos llegado a tiempo, aún no empieza – habló Horacio observando la cantidad de personas que se aglomeraban en las calles y los carros alegóricos.

- ¿Desde cuándo hay tantos habitantes en Los Santos? – Volkov se encontraba asombrado, en sus años viviendo en aquella ciudad nunca había visto a tantas personas juntas.

- Hace algunos años eran más personas – se limito a decir Horacio, levantando la mano para saludar a más conocidos – siempre hemos estado aquí.

Los ojos de Horacio iban de un lado a otro apreciando los carteles, las banderas y los diferentes outfis, a su criterio todo era maravilloso como cada vez que se organizaba aquella marcha.

- ¿Hasta dónde iremos? – Volkov mantenía su mano agarrada de la de Horacio, observaba más allá de las personas, intentando hacerse una imagen mental del alcance de aquel evento.

Se limitaba a apreciar con cierta concentración los diversos trajes que demostraban la gran creatividad de quienes lo portaban. En un principio, cuando Horacio le llevó la camisa que se pondría, Volkov pensó que era demasiado para utilizar, pero estando allí, rodeado de tantas personas con aquellos mismos colores, era como sentirse de alguna forma protegido, en familia.

- Hasta el muelle – Horacio se dio la vuelta mirándolo – luego podemos ir al Pier si quieres, subirnos a la noria, tal vez.

- Claro, no veo porque no – asintió dando un apretón a su mano confirmando con su toque lo que decía con su voz.

Media hora después la pareja se encontraba caminando junto con el resto, emprendiendo la marcha por la diversidad, cantando, saltando y gritando, siendo libres. Volkov se permitió experimentar por primera vez aquello junto a Horacio, sintiendo que aquel lugar era al que pertenecía. 

One Shot +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora