HOLLINS
Se sentía acalorado, su cuerpo completo quemaba y rogaba por un poco de atención, lo odiaba, odiaba ser un omega y sobre todo odiaba que los supresores no hicieran efecto en él.
Se sentía prisionero en un cuerpo que le pedía a alguien más, alguien que él no estaba dispuesto a aceptar.
Había logrado llegar a donde estaba por sus propios medios, se negaba a aceptar que debía depender de un alfa para sentirse completo, por esa razón era que se ocultaba cada vez que su celo estaba cerca, poniendo alguna excusa que le sirviera, infiltración, malestar, cualquiera estaba bien siempre y cuando sus compañeros y subordinados no se enterasen de su gran secreto, siendo director del FBI no podía arriesgarse a que lo supieran, sobre todo, porque era demasiado peligroso. Los alfas no estaban acostumbrados a ser mandados por un omega, si su naturaleza quedaba al descubierto, seguramente cosas malas pasarían.
Se encontraba encerrado en su apartamento, como cada vez que su celo llegaba, luchando con la urgencia de su omega interior que a gritos le pedía buscar un alfa, las feromonas inundaban el lugar con un fuerte olor a canela, temía que dicho olor se colara por las rendijas de la puerta o las ventanas, por lo que se tomaba el trabajo de taparlas con toallas, no quería ningún visitante indeseado, porque en caso de que sucediera no podría controlarse.
Respiraba con dificultad, estaba seguramente en la parte más fuerte del celo, el calor provocado le había obligado a quitarse todas las prendas quedando simplemente en ropa interior, pero ni así lograba mitigar su temperatura corporal.
Sentía que en cualquier momento podía desfallecer, no sería la primera vez que terminara desmayado por el exceso de hormonas que desprendía, o por la taquicardia que le provocaba tal nivel de excitación, su respiración estaba totalmente descontrolada y hacia un esfuerzo sobrehumano por controlarse.
Se encontraba en tal nivel de abstracción que no fue capaz de escuchar el sonido detrás de su puerta, unos pasos acercándose, llaves sonando y la cerradura abriéndose.
- Horacio me entere que estabas enfermo así que... - el rubio se detuvo abruptamente al ingresar a aquel lugar tapándose la nariz como pudo - ¿Qué mierda?
Collins, quien en la mañana se dirigió a la sede del FBI para hablar con el federal, se había encontrado con que estaba enfermo, por lo que al acabar su turno decidió comprar varios medicamentos y dirigirse a su hogar, después de todo, tenía una llave de emergencia que el de cresta le otorgó por si algo sucedía.
El sheriff consideraba que aquello era un caso de emergencia, si Horacio, quien era muy estricto en su trabajo, faltaba por estar mal de salud, debía ser algo bastante grave.
El olor fue lo primero en detectar, la canela se encontraba por todo el lugar, llegando a impregnarse en sus fosas nasales. Aquel olor era del todo embriagador por lo que Collins apenas podía mantenerse cuerdo.
Poco a poco fue ingresando al apartamento, la bolsa fue olvidada en la entrada y apenas recordó cerrar la puerta para que el aroma no fuera mas allá del pasillo.
Observó al de cresta, sus ojos sumido en la lujuria brillando con intensidad, su morena piel que se dejaba ver en todo su esplendor, aquellos pectorales marcados debido a las largas sesiones de ejercicios. Chris apreciaba cada detalle sin despegar sus ojos, acercándose poco a poco mientras se relamía los labios con expectativa.
- ¿Horacio? – lo llamo, tratando de saber si el otro mantenía algo de cordura pero no recibió respuesta.
En cambio, el de cresta se incorporó, sus mejillas estaban sonrojadas, provocado por el calor de su celo. Lentamente Horacio se arrastró sobre el sofá, quedando a apenas unos centímetros de Chris.
- Por favor – pronuncio con su voz seductora – por favor, ayúdame.
El de Creta sabía que estaba cometiendo un grave error, un sheriff había descubierto su secreto y peor que eso, estaba en su propia casa, presenciando su celo. Ya no había vuelta atrás, Collins era un alfa, y su omega lo deseaba, no podía ir en contra de sus instintos.
El sheriff dejo ir todo su autocontrol con aquellas palabras y sin pensarlo liberó sus feromonas. El olor a canela ahora se mezclaba con el chocolate del rubio, mientras ambos se fundían en un beso intenso.
Chris llevó a Horacio a recostarse nuevamente mientras se posicionaba sobre él, apenas rozando su cuerpo.
El sonido constante de sus lenguas chocando y los jadeos, interrumpieron el silencio que antes reinaba en la habitación.
Poco a poco, el rubio dejó los labios de Horacio, depositando suaves besos por su clavicula, bajando hasta sus pezones, pasando su lengua por ellos a la vez que su mano masajeaba el miembro del menor.
El federal se dejó hacer las sensaciones lo atacaban sin tregua, gemía debido al contacto, sintiendo que en cualquier momento explotaría.
Collins se deshizo del bóxer dejando al descubierto el miembro erecto del contrario, a la vez, Horacio estiró sus manos tomando la hebilla del cinturón del sheriff para deshacerse de este y bajar luego el pantalón, pudiendo apreciar el bulto debajo de su ropa interior, bajándola también.
Ambos, alfa y omega se dedicaron a darse placer mutuamente, sus manos subían y bajaban por sus miembros, deteniéndose en ocasiones para poder besarse e incluso acariciar otras partes de su cuerpo, entregándose al sin fin de sensaciones que aquel encuentro fugaz les estaba otorgando.
Cuando Horacio sintió que no podía más con aquella secuencia de besos y caricias se dio la vuelta, posicionando su mejilla en uno de los almohadones y levantando su pelvis ante la mirada lujuriosa del alfa.
- Follame – suplicó.
No fueron necesarias mas palabras, Collins cumplía lo que el de cresta le pedía, apenas podía negarse a ello y no porque su alfa interno estuviera deseoso de enterrarse en el federal, había algo más allí, algo que no podía descifrar.
Tomó su miembro, posicionándolo en la entrada del menor, este estaba lo suficientemente lubricado como para que ingresara sin problema por lo que de una estocada dejó que el placer lo invadiera.
El de cresta emitió un fuerte gemido debido a la invasión que sintió en su interior, pero rápidamente logró acostumbrarse, entregándose al placer.
Chris sentía como las paredes del interior de Horacio lo apretaban, comenzó a moverse lentamente hasta llevar un ritmo continuo.
Ambos gemían, Horacio impulsaba su cuerpo hacia atrás en busca de mayor placer, cada vez que el miembro del rubio tocaba su próstata sentía que podía caer ahí mismo en un abismo, era como si una lluvia de estrellas se estuviese produciendo allí mismo, jamás había sentido algo así con otros alfas, ¿Qué tenía Collins?
Los gemidos fueron subiendo de volumen, el rubio se inclinó hacia el federal dejándole pequeñas mordidas en su espalda, sentía la imperiosa necesidad de morder su cuello, daba gracias a que el de cresta llevara un collar o ambos estarían perdidos.
Con una última estocada Horacio y Chris llegaron al orgasmo, dejando que el líquido blanquecino saliera de su interior desperdigándose por el omega y parte del sofá, pero aquello al de cresta no le importaba, por primera vez en mucho tiempo se sentía tranquilo, sus ojos comenzaron a cerrarse hasta quedar plácidamente dormido.
Por su parte Collins apenas estaba recuperando algo de su cordura, al darse cuenta de lo que había hecho maldijo y luego fue cayendo en la realidad, Horacio, el director de los federales era un omega.
Observó al susodicho, se encontraba recostado en la posición que quedó al acabar, desnudo y profundamente dormido, sonrió, seguramente no estaba en su planes que el sheriff se apareciera por allí.
Collins Tomó una pequeña frazada, depositándola sobre el de cresta, sin hacer ruido salió del apartamento.
Mañana hablarían, tenían mucho que contarse, pero de algo estaba seguro, lo que había sucedido, lo quería repetir.
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One Shot +18
FanfictionAquí subiré todas las historias gta con un solo capítulo. Los shipp serán variados