Mi Estrella

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Estaban todos en sus posiciones, las radios en la frecuencia acordada, las armas listas para disparar, el franco posicionado en uno de los edificios cercanos. Habían estado organizando ese operativo por meses, observando cada detalle, preparándose para el momento indicado y este había llegado.

- ¿Están todos en sus posiciones? – cuestionó el director del FBI por radio.

- 10-4 – respondieron todos los agentes al unísono.

Horacio estaba nervioso, desde aquella mañana una sensación extraña recorría su cuerpo como queriéndole advertir algo. Giró su rostro, viendo a través de los lentes de protección la figura de Volkov, estaba preocupado, a pesar de tener todo perfectamente planeado siempre quedaba alguna probabilidad de que algo saliera mal.

Tenía miedo.

- ¿Listo? – le preguntó su pareja por el artefacto, pues estaban lo bastante alejados para que no pudiesen escucharse de otra forma.

- 10 – 4

- Pues entonces vamos.

Poco a poco, de forma inclinada, fueron caminando hacia el interior de aquel galpón, protegiéndose, con algunos contenedores y tanques esparcidos en el exterior, de la vista de aquellos que se suponía estaban adentro teniendo una reunión de negocios, con la mercadería lista para intercambiar.

Horacio se detuvo observando a la entrada de aquel lugar, cuatro hombres se encontraban custodiando, llevaban armas de alto calibre, debían inmovilizarlos antes de poder continuar.

Alzó la mano en señal de apuntar, debían ser silenciosos, por lo que esperó que el franco estuviese preparado para acatar la orden, tenían que actuar rápido para que ninguno de los cuatro diera el aviso de alerta.

Cerró su puño y esperó.

Vio como cayó uno, y luego otro, y otro, pero el último antes de caer logró disparar. El retumbar del disparo se escuchó por el lugar, seguramente alertando a aquellos que se encontraban en el interior de las instalaciones.

- Mierda – siseó el moreno sabiendo que a partir de ese momento todo sería caos - Monier, debemos entrar – indicó al otro grupo que se encontraba en la parte trasera del lugar – cúbranos.

- 10 – 4 jefe.

Horacio comenzó a avanzar siendo seguido por el resto, apoyó su espalda en la pared del depósito, todo estaba demasiado silencioso.

- ¿Hay algún movimiento de su lado Monier? – cuestionó, pues sospechaba que quizás habrían huido.

- Ninguno señor.

Observó los ojos de Volkov al otro lado de la puerta, intentando, a través de este, infundirse seguridad. Su pareja lo conocía tan bien que al cruzar miradas asintió con la cabeza, sabía que Horacio dudaba, ingresar al interior era como llevar a sus agentes hacia un campo minado, no tenía idea de lo que sucedería y más de uno podría morir allí, pero debían entrar, asegurarse de cumplir con la misión y atrapar a al menos uno de los mafiosos que le diera la llave para descubrir toda aquella red de comercio de armas.

"Podemos hacerlo" pensó Volkov y como si Horacio pudiese escuchar sus pensamientos también asintió, comenzando a ingresar.

Todo era silencioso, la oscuridad dificultaba la visión y la tensión podía sentirse en cada uno de los músculos de aquellos agentes.

El ruso se fue hacia su derecha intentando abarcar mayor terreno, era un depósito grande por lo que aquellos que se encontraban allí debían estar escondidos en alguna parte.

One Shot +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora