Your Scent...

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VOLKACIO


Dejó que su cabeza reposara en el asiento una vez el ultimo cliente descendió del vehículo, se encontraba cansado, fingir ser quien no era, estar oculto bajo un disfraz, con una identidad poco igual a la suya propia, no era lo que se dijera algo fácil, había estado meses estudiando las características de esa misión, las personas a las que debía engañar, las pistas que debía encontrar.

Todavía no acababa de acostumbrarse a esa parte de su vida, esa en la que se encontraba solo ante una marea de incertidumbre, donde no tenía idea del final de aquel túnel que se empeñaba en engullirlo día a día en la oscuridad.

Aunque no quería aceptarlo, aunque se empeñaba en quitarse la turbación adherida a su corazón, le resultaba casi imposible. Dos años, ese era el tiempo que había pasado, tan efímero, corto y a la vez encadenado en una tortuosa espera. Espera por tener alguna noticia de sus compañeros, por sentir su móvil y encontrar la respuesta de aquella persona que se había empecinado en esperar.

Sin embargo, todo era en vano, parecía que la faz de la tierra se lo había tragado dejándolo a él atrás, varado en el tiempo, sin poder avanzar.

Suspiró, empeñar el cargo de taxista no era un trabajo que le hiciese mucha ilusión, pero era la única forma, al parecer, de ingresar a la supuesta mafia que allí se estaba formando, ese era uno de los requisitos, el otro, ser ruso, su nacionalidad era algo que claramente jugaba a su favor, por ello lo eligieron justo a él a pesar de no residir en aquella ciudad desde hacía meses.

- Boris – escuchó a través de la radio aquel acento marcado, mucho más que el suyo propio.

- Aquí Boris – habló indicándole a la persona del otro lado que se encontraba escuchando.

- Si vas a terminar ya procura rodear la autopista, al parecer hay un gran incendio allí – explicó la voz de mujer perteneciente a su jefa.

- Entendido.

El ruso se mantuvo un momento más en silencio dentro del taxi, contemplaba como el sol bajaba cada vez más y se preguntó que contraste harían las llamas con éste. ¿Se fundirían ambos imposibilitando distinguirse o las llamas serian tan grandes que el humo a su paso no le dejaría admirar la estrella?

Observó la hora en su teléfono particular, ese que utilizaba cuando se encontraba de incognito, cuando era Boris, mientras que el suyo propio se mantenía escondido bajo el asiento a la espera de una llamada que no llegaría.

Dejó ir su mente, martirizándose una y otra vez por los "y si", como cada vez que tenia oportunidad se planteó miles de escenarios en donde él ya no se encontraba allí sino muy lejos con otra persona, pero un golpe de realidad lo obligó a poner nuevamente los pies en la tierra cuando escuchó las sirenas, característica del cuerpo de bomberos, y a los segundos un camión pasar a su lado a una velocidad bastante cuestionable que le hizo realizar una mueca retrotrayéndolo a sus años de comisario, donde la mínima falta a las normas de transito le suponía de lo más escandaloso.

"¿Qué había sido de aquel hombre frio y gruñón?" Se preguntó al tiempo se respondía "apareció él para cambiarlo."

Y es que Horacio, sin siquiera pedirlo, había ingresado en su vida como un tornado, dejando todo de cabeza, incluso sus sentimientos.

Decidido a no pensar más en los pormenores de su vida y centrarse en la misión que le fuera encomendada semanas atrás por los altos mandos, se dispuso a poner en marcha su herramienta de trabajo pensando en la ducha relajante que se tomaría una vez estuviera amparado en las cuatro paredes de su cuarto de baño.

One Shot +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora