One Shot +18

Ramé

Mentiría si dijera que no llevaba dándole vueltas a toda la situación desde hacía semanas, prácticamente desde que de los labios de Horacio salieron aquellas palabras tan significativas y a las cuales no pudo dar una respuesta.

- Necesito tiempo.

Fue lo único que salió de él, viendo como la sonrisa del moreno titubeaba, como sus ojos resplandecientes eran opacados por una nebulosa que le impedía realmente saber sus pensamientos, porque rápidamente se recompuso mostrando aquellos hoyuelos que le llamaban tanto la atención, delineando pequeñas líneas en la punta de sus ojos como si la tormenta que se formaba en estos se hubiese desvanecido en tan solo unos segundos haciéndole dudar de su existencia.

- Todo el que necesites.

Fueron las palabras del de cresta, sin problemas, sin una protesta de por medio que le hiciera ver que estaba siendo egoísta, un simple gesto que le demostraba una vez más lo valioso que era Horacio, aunque este no lo creyera, aunque día a día luchara con demonios internos que amenazaban con derrumbarle, aunque en la oscuridad de la noche su intensa luz se convirtiera en un tenue resplandor a punto de ser devorado.

Dejó que la bola de nieve lo golpeara, no porque quisiera, sino porque el reflejo de los rayos del sol sobre el cuerpo de Horacio, aún tapado con una gran capa de ropa, lo deslumbraba, por un instante el menor era aquella estrella a miles de kilómetros, inalcanzable, y a pesar de que sabía que se hacía daño al mirarla con intensidad no podía apartar sus ojos, a riesgo de que su luminosidad le arrebate el sentido de la vista.

Ese era Volkov, un mero humano frente al resplandor celestial de una maravillosa estrella, estrella que día a día le permitía ver el camino por el cual estaba transitando, pero a pesar de servirle de guía le era imposible alcanzarle, y poco a poco corría el riesgo de quedar ciego ante su resplandor.

Horacio seguía, avanzaba, seguro del camino, seguro de sus decisiones, seguro de sus palabras, mientras él dudaba, sin creer poder estar en la misma posición, y temía, tenía miedo de no ser capaz, de no poder darle la respuesta que buscaba, no poder corresponderle de la forma que el moreno quería y eso le carcomía, porque Horacio lo era todo para él, pero se merecía mucho más.

- Toma esa ruso - la sonrisa del moreno dejó a la vista todos sus dientes mientras su mano derecha se alzaba en victoria.

Viktor no pudo evitar parpadear para concentrarse en el susodicho y recobrar la compostura, perdida en los minutos anteriores al dejarse deleitar por tan grata presencia.

- No es justo - pronunció una vez su mente logró disipar todo rastro de serotonina segregada ante una simple acción como compartir una pelea de bolas de nieve.

Su gesto se frunció al comprender que el marcador imaginario mostraba la clara derrota por su parte, una lucha perdida desde el comienzo si era sincero, pero no dejaría que Horacio se enterase, eso quedaría entre él y sus pensamientos.

Un claro estremecimiento atacó el cuerpo del menor provocando que el ceño del ruso se frunciera más, esta vez por un motivo totalmente distinto.

- ¿Tienes frío?

Sabía que la pregunta era algo obvia, ¿Quién no tendría frío con las bajas temperaturas que azotaban la ciudad en esa época del año? Se acercó al de cresta notando que sus labios estaban un tanto morados, producto de la cantidad de tiempo que pasó en el exterior, expuesto a la suave ventisca y los pequeños copos de nieve que caían sobre ellos.

El día se mostraba algo inestable, el invierno llegaba sin falta en la época navideña, otorgando un estilo más puro a aquellas festividades, sin embargo, la ola de frío afectaba a los ciudadanos, acostumbrados al incesante calor el resto del año. Para Volkov aquello era diferente, un poco de frío no lograba amedrentarlo y hasta agradecía que de alguna forma este se presentará, a pesar de vivir en aquella ciudad los últimos veinte años seguía sin acostumbrarse al abrasador calor, las bajas temperaturas eran su mejor amiga, valoraba las pocas semanas donde la nieve hacía acto de presencia.