Felicidad

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Acercó su boca a Volkov con miedo de que este se apartara, lentamente fue cerrando sus ojos esperando encontrarse con aquellos labios que tantas veces había soñado, no terminaba de creerlo, después de tantos años esperando el ruso al fin dio el salto, arrojándose a mantener una relación con él y no una simplemente de amistad o de trabajo.

Sus labios tocaron los suaves de Volkov, sintiendo como el roce lo llevaba a tener miles de sensaciones, como el cosquilleo se presentaba y las miles de mariposas revoloteaban en su estomago, no era un sueño, realmente estaba pasando.

El beso duró unos pocos segundos, no se sentía con la valentía necesaria para abusar del momento, todo estaba yendo demasiado bien, no quería cagarla.

Abrió nuevamente los ojos viendo como los grises del contrario le observaban, pudo divisar algo en ellos, algo que hasta el momento no había podido ver ¿era amor acaso?

- Estoy muy feliz – Volvió a repetir deslizando su mano desde el rostro hacia el brazo del contrario, bajando hasta entrelazar sus dedos – sinceramente no me esperaba esto cuando vi la nota – sonrió dejando ver sus preciosos dientes y el hoyuelo que se formaba a un lado de la comisura de su boca.

- Es algo que estuve pensando por muchos días, no sabía si te gustaría – confesó el ruso ahora menos nervioso – creo, creo que este lugar es bastante significativo para ambos y además las vistas son bonitas.

- Sí que lo son – Horacio observó la oscuridad del mar, luego levantó el rostro mirando las estrellas para finalizar en el rostro de Volkov nuevamente – aunque no me hubiese importado el lugar, solo que estuvieras tú.

Su mano se apretó bajo la de Volkov, lo decía enserio, nunca había importado el lugar, cada vez que estaba con el ruso sentía que por un momento su caótica vida se ponía en pausa, solo existían ellos dos y nadie más.

- Creo que deberíamos comer – señaló Volkov comenzando a levantarse, llevando a Horacio con él sin soltar su mano – quizás antes cambiarnos, aunque no sé si hay alguna muda de ropa por aquí. Disculpe señorita – llamó a una de las empleadas – ¿tienen aquí alguna indumentaria que puedan prestarnos y poder así secar nuestra ropa?

- Oh si claro – habló la mujer – síganme por aquí.

Ambos hombres ingresaron al interior de la nave siguiendo a la muchacha. Este era bastante iluminado y contaba con un pasillo amplio donde podían verse varias puertas.

- Esta será su habitación – señaló la chica parándose a un lado – dentro tienen batas para poder sacarse la ropa mojada, enviare a uno de mis compañeros en unos minutos a buscarla para poder secarla en la lavandería. ¿quieren comer en la habitación? – preguntó.

Horacio y Volkov se miraron llegando a un acuerdo.

- Si claro – habló el ruso, creo que será lo mejor.

- Perfecto, en unos minutos vuelvo.

Ingresaron a la habitación, era bastante espaciosa, sin duda no parecía que estuviesen en un barco, exceptuando el vaivén poco perceptible todo era como un hotel de lujo. Horacio se detuvo apenas ingresó al lugar viendo aquello que formaba parte del centro de la habitación.

- ¿Tú has pedido esta habitación? – preguntó al ruso sin darse vuelta.

- Si, ¿Por qué? ¿Qué pasa? – la preocupación dejó verse en las palabras de Volkov, quizás a Horacio no le gustaba dormir en el mar.

- Hay una sola cama ¿dormiremos en la misma cama? – ha ese punto creía que todo se trataba de un sueño.

- Creí que sería lo normal – habló dubitativo – si no te gusta puedo pedir otra habitación, espera que llamo a la chica que se acaba de ir – comenzó a caminar hacia la puerta.

- No – medio gritó Horacio, tomando la mano del ruso – es solo que estoy sorprendido, hasta ayer creí que no me querías de la misma forma y ahora dormiremos en la misma cama, pero hay algo que me preocupa.

- Dime.

- ¿Vamos a dormir o a "dormir"? – preguntó haciendo comillas con su mano libre.

- ¿A qué te refieres?

- Bueno eso...si con dormir te refieres a...a eso – estaba algo nervioso, quizás Volkov solo quería dormir y ya, no era algo que le molestara tampoco.

- ¿Eso? – Volkov lo miraba con una ceja levantada intentando entender a que se estaba refriendo el de cresta.

- No importa – suspiró Horacio – debemos quitarnos la ropa, ¿aquí hay baño?

- Debe ser esa puerta – señalo una pequeña puerta plegable – cámbiate tú luego lo hago yo.

Las horas pasaron entre copas y charla, ambos se encontraban en un momento de completa calma y armonía, ninguno jamás hubieran pensado que llegarían a ese momento, que encontrarían a una persona especial que cambiara su perspectiva de la vida.

Cuando por fin el sueño los alcanzó, ambos se recostaron en la cama. Sin saber muy bien que hacer los pensamientos de Horacio se dispararon, quizás debía quedarse quieto ¿o era mejor acercarse a Volkov? No estaba muy seguro de si al ruso le gustaban los abrazos, o por el contrario le molestaba que se le acercara, pero antes de siquiera comenzar a plantearle si acercarse o no era lo correcto sintió la voz grave y adormilada del contrario.

- Horacio – el mencionado se dio la vuelta encontrándose con el apacible rostro de su reciente pareja.

- Dime.

- Gracias por esperarme.

Volkov cerró los ojos, Horacio sintió la calidez de su mano sobre la cintura, esa era toda la respuesta que necesitaba. Lentamente se acercó al ruso permitiendo que este le envolviera en sus brazos, respiró el olor a canela del gel de ducha y se durmió allí, en su lugar seguro con una sonrisa en el rostro.

Si pudiera definir la felicidad, su felicidad, esta iría acompañada de un nombre, Viktor Volkov. 

One Shot +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora