Solo por esta noche

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HOLLINS


Horacio se encontraba al frente de la comisaria del norte, no había podido dormir en toda la noche, pensando lo sucedido el día anterior.

Cuando se dio cuenta a quien habían secuestrado, no supo que pensar. Él les mencionó otra opción para que se hicieran notar, pero no, ellos prefirieron tomar la opción difícil, no era lo mismo secuestrar a un civil, que a un sheriff, y no cualquiera, el jefe de ellos.

Pronto tuvieron a todos los oficiales del norte tocándoles los talones.

Al darse cuenta de que el secuestrado era Miller, trató por todos los medios de que las cosas salieran bien, no quería heridos, mucho menos muertos.

Se obligó a pensar, la Cosa Nostra no se arriesgaría de tal forma, confió en las palabras de Dom y Dante, suplicando que dejaran la nota de una vez, para poder retirarse del lugar sin bajas.

Sintió pánico cuando vio la camioneta de los sheriffs, apresuró a sus compañeros para que se retiraran, mientras estos insistían en avisar por radio, que si no se alejaban, le darían un tiro al secuestrado.

Aquellas palabras lo trasladaron un momento al pasado, aquella vez, la tensión se sentía en el aire, tanto que era difícil respirar, recordó al oficial que habían retenido, un alumno, como este temblaba mientras pedía el modo Charlie en la radio. El calavera no dudó en dispararle, sin siquiera darle alguna oportunidad, ¿pasaría lo mismo esta vez? No quería cargar con otro sobre sus hombros.

Un sentimiento invadió su cuerpo, la culpa se apoderó de su mente. A pesar de no ser el responsable directo de lo que estaba sucediendo, tampoco hizo nada para detenerlos, eso le estaba pasando factura, pero si decía algo fuera de lugar, todo habría terminado para ambos, no podía destaparse en ese momento.

Ni siquiera tuvo tiempo de seguir pensando cuando se vio obligado a abandonar el lugar, sin siquiera poder proteger al sheriff.

Por eso se encontraba allí, a punto de ingresar a la comisaria, con el único fin de buscar a Miller y pedirle disculpas. No quería tener ese peso sobre sus hombros. Le confesaría que estuvo presente en aquella loca idea, se haría responsable de lo que le tocara.

Tomo aire, observando por última vez la fachada. Comenzó a caminar lentamente hacia la entrada, varios lo saludaron al pasar, recibiendo de parte del agente un asentimiento de cabeza pero ninguna palabra.

No preguntó siquiera si se encontraba el jefe, simplemente desvió su camino hacia las escaleras, subiéndolas hasta el despacho de este, si no estaba, lo esperaría.

Media hora después, la puerta era abierta con un estruendoso sonido.

Horacio desvió su vista de la ventana, para fijarse en el hombre que ingresaba. Collins se dirigía a paso firme hacia donde se encontraba.

- ¿Sabes lo que hizo tu banda del patio? – su enojo era notable.

- Si – el agente agachó la cabeza, avergonzado – lo sé.

Collins lo miró extrañado, que el federal no le rebatiera ya era demasiado extraño.

- Oye ¿estás bien? – el sheriff no se esperaba aquella respuesta del federal, al menos no en el tono que la había pronunciado.

- No – se levanto del sillón en el que se encontraba sentado - ¿sabes dónde está el jefe?

- ¿El capi? – preguntó observándolo en todo momento – no está.

One Shot +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora