приятного аппетита

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VOLKACIO

La jornada había terminado al fin, después de varios códigos tres, códigos dos y un secuestro, Horacio se encontraba en los vestidores, ansioso pero pronto para la noche que le deparaba.

Viktor se había retirado hacía unos segundos, planeaba pasar por la tienda a comprar los ingredientes para la cena y el director del FBI no pudo evitar sonreír por ello.

A decir verdad, la propuesta le había tomado por sorpresa, sobre todo por la situación en la que se encontraban en aquel momento, quizás había sido la tensión de tener a un compañero de la ley secuestrado con riesgo de muerte la que había impulsado al ex comisario, ahora agente del FBI, a realizar dicha proposición.

"Una cena", murmuró Horacio tomando su blusa para colocarla sobre su torso, "vamos a tener una cena" aún no se lo creía.

Los sucesos del día parecían por poco producto de un sueño, comenzando por tener a Volkov dentro del FBI, si bien se lo propuso la primera vez que lo vio, y las siguientes, ni pensó que aceptaría, sobre todo porque los días anteriores estuvo patrullando junto a Kovacs y la LSPD, pero ahí estaba nuevamente, haciendo todo lo contrario a lo que él pensaba que haría.

Volkov tenía algo nuevo, esa chispa que le decía que el ruso ya no era el mismo del pasado, que estaba dispuesto a más y era justamente por eso que Horacio se sentía un poco en las nubes.

Desde que se habían reencontrado todo parecía ser producto de una alucinación, una muy buena por cierto. Las bromas, el tatuaje, las charlas, incluso convivían en la misma casa, y ahora el ruso lo había invitado a cenar, por momentos se le pasaba por la cabeza preguntarle quién era y que había hecho con Volkov, el Volkov que conocía o que creía conocer, pero entendía que todos cambian, él lo había hecho.

Terminó de vestirse, la cresta mojada caía a un lado, pequeñas gotas terminaban su camino en su hombro mojando la prenda que se colocó segundos atrás pero poco le importaba. A paso firme se dirigió a marcar su salida para luego cruzar las puertas de la sede y dirigirse a su auto, una vez tuvo el volante en sus manos suspiró.

"¿Me abrirás esta vez?" Murmuró para sí mismo.

Observó el portón colocando el vehículo en marcha, deteniéndose justo frente a este, sacó su cabeza por la ventana llevando los ojos hacia aquel hombre que le caía tan mal.

"¿Me abres?" Utilizó su tono serio dando cuenta de la frustración que le causaba tener siempre la misma discusión.

Con un bufido, y después de varios segundos el hombre hizo lo que le pidió, abriendo la verja para que pudiera salir del recinto.

Una vez en la carretera colocó su destino en el GPS, por nada del mundo llegaría tarde.

Viktor dejó los ingredientes en la encimera, se sentía extremadamente nervioso, por lo que decidió darse una ducha rápido a pesar de ya haberlo hecho en la sede.

Mientras el agua corría por su cuerpo se preguntó en qué momento las cosas habían cambiado tanto, él, Viktor Volkov había invitado a alguien a cenar, y no solo eso, se ofreció a cocinar. Ni siquiera recordaba la última vez que se había ofrecido a preparar una comida típica de su país, desde que Alexandra había muerto procuraba mantener su cultura en lo más oscuro de su memoria, esta siempre traía a flote recuerdos no muy agradables de su pasado que prefería mantener a raya.

Suspiró sintiendo como el agua caliente afloja sus músculos tensionados por tantas horas de trabajo.

"Horacio es la excepción" susurró, dándose cuenta que muchas de las acciones que había realizado en los últimos días escapaban de lo que consideraba normal en él y sobre todo se percató de que dichas acciones las provocaba el de cresta, incluso en el pasado lo hacía, Horacio tenía una forma de ser que por algún motivo lo instaba a ser mejor persona, a complacerlo. Con ese pensamiento dejo que el vapor lo envolviera.

One Shot +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora