Married me

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VOLKACIO


Estaba nervioso, ese era por mucho el día más feliz de su vida y el más importante, pero no podía dejar de sentir ese nudo en el estómago.

- ¿Y si se arrepiente? - le preguntó a su fiel amiga quien suspiró por enésima vez en lo que iba de la tarde.

- No sé va a arrepentir - trató de tranquilizarlo - nunca he visto a alguien tan enamorado como él, si solo es verlo y se nota que babea por ti.

- ¿Lo dices en serio? - Athenea sonrió dejando escapar una sutil carcajada, mientras acomodaba la pajarita para que quedara correctamente colocada.

- Por su puesto - colocó su mano en el hombro del de cresta mirándolo a los ojos - listo, estas hermoso.

Horacio se sonrojó ante aquel cumplido, a pesar de que le gustaba ser coqueto, cada vez que alguien le decía algo bonito se avergonzaba dejándolo notar en su piel.

Se observó en el espejo, lucia resplandeciente, la cresta bien peinada llevaba un color grisáceo, la chaqueta color bordo hacía resaltar sus ojos bicolores, debajo llevaba una camisa blanca, el pantalón era de color oscuro combinando con los zapatos perfectamente lustrados. Sonrió a su reflejo aguantando las ganas de llorar, a pesar de que el maquillaje era a prueba de agua no quería tentar a la suerte, ni a la paciencia de su amiga que había estado horas aplicando el rímel.

Salieron del departamento, acercándose al auto color negro, Gustabo los esperaba para llevarlo a su destino.

- ¿Preparado? - preguntó su hermano una vez arribaron al vehículo.

- Más que preparado - confirmó el de cresta, no había algo de lo que estaba más seguro en su vida.

El viaje a la playa fue corto, después de todo, habían elegido un lugar cercano para celebrar la ceremonia. Bajaron del auto, esperando hasta que el rubio pudo estacionarse y los tres se adentraron en aquel lugar viendo las decoraciones.

Todo era perfecto, varias telas colgaban sostenidas de algunas estructuras, pequeñas luces dentro de unos faroles le daban el toque de semi claridad a cada rincón, las carpas en donde se desarrollaría la fiesta perfectamente formadas, las sillas colocadas en fila con arreglos florales en sus bordes junto con más luces, un camino de pétalos rojos y el altar, aquel altar repleto de rosas, donde hoy cambiaría su vida, donde diría el sí frente a un notario, donde firmaría aquel papel que lo uniría al amor de su vida. En su pecho no sentía más que dicha, después de todo lo que sufrieron, la vida les había dado una segunda oportunidad para vivirla juntos y eso harían.

La hora había llegado, Horacio se encontraba dentro de una de las carpas que funcionaba como lugar de descanso a la espera de poder salir. Comenzó a escuchar la tonada que marcaba el momento, que le decía que su futuro esposo estaba esperándolo bajo aquel arco de flores desde donde podía apreciarse el mar.

Días atrás, había acordado con Viktor que sería él quien caminara mientras el otro esperaba su llegada, le hacía mucha ilusión realizar aquella acción, por lo que su pareja accedió sin problemas.

Inspiró profundamente mientras Gustabo le instaba a moverse, tomó un pequeño ramo que estaba sobre la mesa y salió.

El sol ocultándose en el horizonte le daba un toque mágico a todo lo que estaba sucediendo, se acercó a la última fila de sillas, observando la cantidad de invitados, entre ellos pudo divisar a Evaristo, Dakota, Willy y Conway, este último sentado en primera fila.

One Shot +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora