Boss Bitch

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VOLKACIO


Era a lo sumo el tercer vaso que se tomaba de vodka, observaba a su alrededor, atento a las personas que se movían en la pista, hasta que lo encontró, ahí estaba, el hombre por el cual cada fin de semana se encontraba sentado en aquel bar.

Ni siquiera recordaba el momento exacto en el que había comenzado con esa rutina, lo único que sabía era que necesitaba verlo cada fin de semana. La seguridad con la que se movía por todo el lugar le había despertado curiosidad desde el primer momento, viéndose arrastrado a aquel sitio que no era para nada algo de su estilo.

Dejó el vaso en la barra, aún mirando como el de cresta se movía con agilidad junto a alguien más, la música salía por los altavoces, envolviendo en una danza casi mágica, como si se tratara de una cobra moviéndose al ritmo de la flauta.

Sus ojos no se apartaron de él, ni siquiera cuando se acercó posicionándose a su lado.

- Hola primor - saludó al chico de la barra como cada vez que se acercaba - ¿me das un daikiri por favor?


Viktor se deleitó con las vistas que se le presentaban, el chico a su lado vestía pantalones ajustados, más parecidos a unos leggins de cuero, tenía un crop top que poco dejaba a su imaginación, dejando ver un piercing en su ombligo que brillaba por las luces en el techo y llevaba unas botas que estaba seguro, de usarlas él, terminaría en el piso.

- ¿Te gusta lo que ves? - Volkov dejó de ver el cuerpo del de cresta para observar sus ojos y la sonrisa de lado.

- Sabes que sí - respondió sin dejarse amedrentar.

¿Cuántas veces habían pasado por lo mismo? Más de las que quisiera, y todas terminaban con él siendo rechazado por él.

- Pues te lo pierdes - el chico sorbió de su bebida - hoy tengo cita - dejó la copa en la barra, giñandole el ojo al ruso para seguidamente volver a la pista.

Volkov sonrió, lo traía loco y el moreno lo sabía, en más de una oportunidad se había acercado a él en búsqueda de contacto, pero era un hueso difícil de roer.

Tanto chicos como chicas se pegan como sanguijuelas esperando poder absorber un poco de él, pero pocos lo lograban

Algo que Viktor admiraba del chico era que este sabía bien lo que quería, no se dejaba intimidar por nadie, si te decía no, ya podías dejar de insistir, porque no estabas a su altura.

El ruso siguió admirando los movimientos que realizaba al bailar, el moreno, de vez en cuando desviaba sus ojos hacia él, dedicándole una mirada lasciva mientras se restregaba a algún otro cuerpo, sabiendo que eso lo enloquecía en demasía.

No tenía idea de que tipo de relación, si se la podía llamar así, llevaban, no era como si el de cresta le haya dado una oportunidad en algún momento, más allá de un par de besos subidos de tono en el baño, ni siquiera sabía su nombre, pero siempre estaban mirándose, dejando ver el deseo en sus ojos, el moreno lo tenía en la palma de su mano, y lo sabía.

La noche pasó muy rápido, Volkov observó su reloj, 4 a.m., miró nuevamente al chico, continuaba bailando, ¿Cómo tenía tanta resistencia? Tomó un último trago de vodka levantándose de su asiento, era hora de regresar a casa, esa noche parecía que tampoco tendría suerte.

Desvío una vez más la mirada al hombre de cresta, iría al baño y luego se marcharía, repitiendo nuevamente la rutina el próximo fin de semana.

Apenas ingresó al baño sintió como la puerta se volvió a abrir, por lo que se dio la vuelta, observando una cresta muy conocida.

- ¿Ya te vas? - Volkov lo miró extrañado ¿Cómo sabía? - siempre vas al baño antes de irte - respondió este a la pregunta no formulada, dejando ver su ya característica sonrisa de lado.

- Y si lo sabes - se acercó el peligris- ¿por qué preguntas? - dejó su rostro a pocos centímetros del otro.

Este no perdió la oportunidad, tomando los labios rápidamente entre los suyos mientras su mano viajaba hacia atrás de la cabeza del ruso.

Un beso intenso, como muchas veces había sucedido, pero tenía algo distinto.

El más bajo se apoyó sobre la puerta mientras se besaban con desesperación, mientras que Viktor colocaba una de sus piernas entre las del otro, apretando su cuerpo, no dejándole posibilidad de moverse.

Cuando a ambos le faltó el aire se movieron, observando como la lujuria se apreciaba en sus ojos, el chico se removió para tener un poco más de espacio.

- ¿Qué te parece...- comenzó, las palabras salían lentamente, provocando que Volkov se impacientara - si continuamos esto en otro lugar?

Al escuchar eso el ruso quedó perplejo, provocando que el de cresta emitiera una leve carcajada.

-¿Y tu cita? - preguntó, creía recordar que le dijo que tenía una cita.

- ¿No quieres? - preguntó con un puchero.

-¿Lo dices enserio? - Volkov dudaba, era la primera vez que el de cresta realmente presentaba un avance con él hasta el punto de querer ir a otro lado. Vio como este asintió, su mente se puso a trabajar rápidamente- mi casa esta cerca - dijo sin más, prefería su casa a un motel barato.

- No sé diga más.

Ambos salieron rápidamente del lugar, montándose en el auto del ruso.

Apenas cruzaron el umbral, sus ropas fueron desperdigadas por el piso, dejando un camino hasta la habitación.

Volkov contemplaba el cuerpo musculoso del moreno, quien para su sorpresa, además de un piercing en el ombligo, también tenía uno en el miembro, eso lo hacía aún más excitante.

Comenzó a besar su torso, bajando hasta el abdomen mientras con la mano tomaba el miembro, apretando de vez en cuando en el pequeño objeto de su punta, generando pequeños gemidos de su dueño.

Llevó su boca a unos centímetros de la punta, observando cómo el líquido comenzaba a salir. Miró a los ojos del de cresta, esos hermosos ojos de diferente color, la primera vez que los vio le habían llamado mucho la atención, bajó otra vez la vista e introdujo el miembro en su boca, haciendo movimientos con su lengua y succionando.

Comenzó a subir y bajar, en algún momento, el moreno había tomado su pelo para guiarlo, moviendo de vez en cuando su cintura.

Dejó de hacer aquella acción para volver a los labios del de cresta, haciendo que este saboreara su propia esencia, continuaron besándose mientras se tocaban mutuamente.

- Prepararme - el de cresta se había colocado boca abajo, levantando su trasero.

Volkov no estaba seguro de hacerlo bien, con nerviosismo hizo que el de cresta chupeteara dos de sus dedos para luego llevar uno a su entrada, introduciéndolo. Sintió como el otro se sobresaltó un poco, dejando oír un gemido de placer, ocasionando que se sintiera más seguro de lo que estaba llevando a cabo. Colocó un segundo y tercer dedo repitiendo la acción hasta que vio como la entrada se hacía menos estrecha.

Tomó un preservativo de su cómoda, una vez puesto, colocó su miembro en la entrada, dejando que este se introdujera poco a poco. Los gemidos no se hicieron de esperar, ambos eran muy ruidosos, demasiado. Cuando estuvo totalmente en su interior, el de cresta comenzó a moverse, haciendo que Viktor hiciera lo mismo, chocando sus cuerpos cada vez con mayor intensidad, dejando entre ver que la espera había valido la pena.

Se dejaron llevar por el placer, terminando sudados y exhaustos uno sobre el otro.

Sin darse cuenta, Volkov se sucumbió al sueño abrazando al moreno, por alguna razón se sentía en paz.

Al otro día despertó solo, a pesar de que se lo esperaba, no creía que el chico fuera a irse sin despedirse.

Se incorporó dejando sus pies sobre el suelo, fue allí cuando vio una pequeña nota sobre la cómoda. En ella, se leía un par de números con un mensaje debajo, "este es mi número, soy Horacio ;)", sonrió.

- Es un gusto Horacio. 

One Shot +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora