Capítulo 11

117 17 18
                                    

Hardy y Miller se encuentran en la sala, sentados frente a Connolly, mientras que Harper ha decidido colocarse en la sala adyacente, para observar la escena desde otro punto de vista. El inspector escocés le ha encomendado que analice y detalle cada micro expresión o tic nervioso que pueda encontrar en Connolly. Ella no puede estar más complacida de acatar su orden.

—Diga su nombre y dirección, para que conste —sentencia Miller en un tono serio.

—Steve Connolly. Withney Road, 57. Lewiston.

—¿Dónde está eso? —cuestiona Hardy en un tono desganado.

—A unos cincuenta kilómetros de aquí —responde el técnico—. Cubro toda la región para la compañía.

—Y dice que Danny Latimer quiere que sepamos que lo metieron en una barca antes de morir —sentencia el inspector de complexión delgada, con sus ojos castaños fulminando al autodenominado médium.

—Sí —afirma Steve, desviando ligeramente los ojos hacia la izquierda, al suelo.

Aquel gesto no pasa desapercibido para la pelirroja, quien detecta aquello al momento desde la habitación contigua, tras el cristal. Ese movimiento de ojos indica que está recordando algo o evocando un sentimiento. No está mintiendo.

—Y yo quiero que sepa —hace una pausa, como si estuviera contando en su mente hasta diez para no levantarse de la silla y abofetearlo—, que nada me cabrea más que los tarados que hacen perder el tiempo a la policía —Hardy no disimula su enfado. Espera que la pelirroja pueda confirmar que es un farsante. Al menos así tendrá una excusa para mantenerlo en los calabozos unos días por difamación y obstrucción de una investigación policial.

—Recibo mensajes —insiste el técnico—. No... No los pido. No los cuestiono —su mirada es fija, casi sin pestañear.

—¿Recibió el mensaje antes, o después de que su compañía le mandase aquí a instalar más líneas telefónicas? —cuestiona Ellie en un tono serio. Le cuesta mantenerse serena ante semejante patraña.

—Después.

"Como me figuraba: no está mintiendo, pero entonces es presa de un delirio increíblemente potente. Uno que realmente le hace creer que los muertos le hablan... O eso, o es un timador extremadamente hábil para esconder sus auténticas intenciones. No sería la primera vez que un especialista en la manipulación y control del comportamiento y la mente se hace pasar por un médium", piensa para sí misma la oficial de policía.

—Asombroso —escupe Alec, claramente molesto—. Me encanta —rueda los ojos—. El técnico de telefonía que oye hablar a los muertos.

—Yo no quiero esto—protesta Steve—. Solo me llega —intenta convencerlos, alzando sus manos en una actitud defensiva—. Miren, si no quieren escucharme, no pasa nada... —añade con petulancia.

Hardy no puede soportar esa actitud.

—Es médium, a su pesar —dice el inspector. Está de lo más mordaz, casi disfrutando—. Ha muerto un niño —el acento escocés del hombre de cabello castaño se refuerza en proporción con el volumen de su voz—. Y usted viene con sus mierdas autocomplacientes.

Connolly encaja el insulto en silencio. No alza la mirada. La mantiene en el suelo.

—¿Llegó a conocer a Danny Latimer? —Ellie continúa con el interrogatorio.

—No, nunca.

—¿Conoce a la familia?

—No, creo que no —niega nuevamente el técnico.

El inspector ya ha escuchado suficiente. Vuelve a poner los ojos en blanco y suelta un suspiro hastiado. Están perdiendo el tiempo con ese individuo. Está claro para él que solo quiere beneficiarse de la muerte del pobre Danny.

El Silencio de la Verdad (Broadchurch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora