Capítulo 36

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Ellie entra tambaleándose en la comisaría, como un zombi. La ha mantenido despierta toda la noche la horrible sensación de que Tom les está ocultando algo. Confía en que sea culpable de algo inocente, y no de aquello de lo que parece que se lo acusa. Lo más probable es que haya perdido o cambiado el ordenador, o que haya sorteado los controles paternos para visitar alguna página web que no debería. Ellie se ríe con amargura para sí misma. Algo terrible ha sucedido realmente cuando a una le tranquiliza la idea de que su hijo vea pornografía en internet.

La mera sugerencia, de que Tom tenga algo que ver con la muerte de Danny, es evidentemente absurda. Definitivamente tanto Hardy como su subordinada y amiga han perdido la cabeza. Como al primero le queda tan poco tiempo, está inventando excusas con el expreso propósito de aferrarse a ellas. Nigel Carter ha escapado, lo mismo que Susan Wright, la única persona que podría situarle en la escena del crimen. No quiere ni pensar en lo que dirá su jefe cuando se entere de esta eventualidad. Alza la vista hacia su despacho: las persianas están subidas, pero no hay luz dentro, lo que significa que todavía debe estar con el médico.

Pasea su vista por las mesas, encontrando a la novata de piel clara preparándose un cappuccino, como ya viene siendo costumbre. Tiene cara de no haber dormido nada la noche anterior. Que Ellie sepa, anoche aún estaba aquí junto a Alec Hardy cuando ella se fue a casa. Se sienta en su mesa, aun observando a su amiga. Ve que hunde la cabeza en sus manos. Han agotado todas las pistas que tenían hasta el momento, y ya no les queda nada. Y ahora que Susan y Nigel han desaparecido... Esto no pinta nada bien. El talante, antaño alegre y optimista de la muchacha, parece haberse tornado apático y desazonado desde la noche anterior. La castaña quiere ayudarla como sea, encontrar una pista que los ayude a dar con el asesino de Danny, por lo que recorre los archivos de su ordenador. Queda confirmado. No queda nada por verificar. Revisa el caso mentalmente en busca de inspiración.

De pronto, se le ocurre que hay un interrogatorio que nunca se ha planteado.

Ellie considera durante mucho tiempo si realizarlo ahora, y luego, algo en su interior le empuja a la acción. Si esto contribuye a dejar al margen a Tom hasta averiguar lo que oculta, merece el intento. Con disimulo, rellena un talón por el importe de todas sus horas extra, y lo guarda en su bolso. Se levanta de su mesa, antes de dirigirse al exterior de la comisaría. Sin embargo, no es consciente de que una mirada cerúlea ha seguido sus movimientos.


Estatura, peso, ojos, orejas, nariz. Pulso, temperatura, oxígeno. Hardy está sentado apáticamente en el consultorio del oficial médico, y mira sin expresión los carteles de anatomía de la pared de enfrente. El estetoscopio se desliza frío por su pecho. Su historial médico es tan grueso como una novela rusa. El médico escribe el último capítulo con un bolígrafo caro.

Como no tiene ningún otro sitio al que ir, Alec se dirige de vuelta a la comisaría, y se sorprende cuando su tarjeta de acceso todavía le permite entrar. En el centro de investigación la actividad es la de siempre; el grupo está comprobando el número que calzan todos los implicados, aunque sea de modo indirecto, en la investigación. La lista de hombres que calzan el número cuarenta y cuatro es pequeña, pero va aumentando. Paul Coates, Nigel Carter, Steve Connolly... Solo quedan dos personas que no han tenido en cuenta.

Hardy se acerca a la zona de servicio, donde se encuentra Harper, tomándose la que parece su tercera taza de cappuccino ese día. La muchacha le sonríe amablemente, y le pregunta cómo se encuentra, antes de brindarle una tila caliente. Él le responde que, por el momento se encuentra bien. Jenkinson interrumpe su charla de pronto, acercándose a ellos.

—Has terminado —le dice, extendiéndole una hoja con su renuncia a su puesto de trabajo—. El despacho limpio al acabar del día, por favor.

Hardy hace cálculos: ocho horas más. Todavía puede conseguirlo.

El Silencio de la Verdad (Broadchurch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora