Ellie ha tenido que subirse los pantalones más de una vez en el breve trayecto hacia la sala de interrogatorios; le quedan anchos. Nunca había estado tan delgada desde antes de tener a Fred. Le produce poca alegría el comprobar, que después de tanto tiempo deseándolo, al fin ha perdido algo de peso. La energía que está quemando ahora no guarda ningún tipo de relación con el hambre ni con el sueño. ¿Es acaso esto lo que llevó a Hardy a enfermar?
Entra en la sala de interrogatorios, seguida por la pelirroja de ojos azules. Nunca se ha alegrado tanto de tenerla a su lado. Susan Wright se sienta cerca de su abogado de oficio. Ellie carraspea, y empieza. Por suerte, gracias a que Cora está allí, podrán intercambiar los papeles de poli bueno y poli malo.
—Cuatro cigarrillos, de la marca que usted fuma, fueron encontrados en el lugar donde apareció el cuerpo de Danny —desliza la bolsa de pruebas hacia ella—. Usted tenía el monopatín del niño —sentencia la neófita, posando sus ojos azules en los de Susan, sin apartar la vista de ellos—. Se lo ha dado a un chico del pueblo.
—¿Es eso lo que ha dicho el? —preguntas usan con su habitual tono monótono—. Lo tenía él y me lo enseñó. Me pidió que se lo guardara. Es un mierdecilla mentiroso.
La furia que se desata en el interior de Ellie al oírla decir eso, no tiene donde volcarse, así que se la traga por completo.
—Hay rastros del monopatín en su armario. Sus huellas están en el monopatín. Nos mintió sobre lo de darle las llaves de la cabaña a Mark Latimer —Ellie suspira, habiéndose cruzado de brazos—. ¿Que hacía en la playa en la que se encontró el cuerpo de Danny? ¿Por qué tenía el monopatín del niño? ¿Por qué encontramos cigarrillos suyos cerca de su cuerpo? —las preguntas van acumulándose a cada segundo, y ninguna obtiene una respuesta—. ¿Por qué no nos llevó el monopatín a nosotros?
—¿Dónde está mi perro? —la interrumpe Susan—. ¿Dónde está Vince?
Ellie no quiere seguirle el juego.
—Entiendo por su historial...
—No entiende nada, querida —sentencia la rubia en un tono cortante.
Coraline aprovecha esa interrupción.
—Susan, llevamos mucho tiempo con este caso —dice, sin molestarse en suprimir el tono cortante de su voz—. Apenas me queda paciencia. Si no me dice cómo consiguió el monopatín, la acusaremos. Y será detenida. Y cuando encuentren a su perro, me aseguraré de que lo sacrifiquen —las pupilas de Susan brillan de miedo y Cora sabe que la táctica ha funcionado. El ver a esa mujer, que antaño la despreciase y denigrase, acobardarse, la hace disfrutar por un breve instante, antes de avergonzarse por ello.
—Ahora, díganos qué pasó —intercede Miller.
Los hombres de Susan se hunden unos centímetros. No ha dejado de estar en guardia desde el inicio del interrogatorio, pero por lo menos, ahora la ha bajado.
—Sali a pasear desde la caravana —comienza en un tono sereno—, hasta la cima del acantilado. Salimos a las 03:00 o puede que a las 04:00.
—¿Suele sacar al perro a esas horas?
—Esa zona es preciosa por la noche, oficial —le contesta a la pelirroja—. Nos encanta andar por ahí, a Vince y a mi. Al llegar arriba, lo vi.
—¿Qué vio? —cuestiona Ellie.
—Al niño. Allí tirado.
—¿Algo más? —Cora junta las puntas de sus dedos.
—Bajamos por la colina hasta la playa.
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El Silencio de la Verdad (Broadchurch)
Fiksi PenggemarBroadchurch es un pueblo normal y corriente de la costa inglesa de Dorset, cuya monotonía solo se ve alterada por la llegada puntual de algún turista estival. Sin embargo, todo cambia cuando el cuerpo de un niño de once años, Daniel Latimer, hijo de...