Capítulo 24

121 13 17
                                    

Nigel Carter está dentro de su furgoneta, en una esquina del aparcamiento de caravanas. Contempla durante largo rato la lluvia que oscurece la caravana número 3, y los limpiaparabrisas que la revelan. Solo entonces algo en su interior le impulsa fuera de la furgoneta. Llega la caravana nada más dar tres largas zancadas, y golpea la puerta con sus fuertes puños.

Susan Wright no parece sorprendida de verlo, aunque su recibimiento es frío, propio de una noche invernal. Se cruza de brazos y le impide la entrada en su casa. Algo en la actitud de Nigel la hace temblar.

—¿Qué pasa? ¿No puedes vivir sin mí? —dice, frunciendo el ceño.

—No voy a quedarme —Nigel mira a su alrededor, comprobando que nadie pueda verlos. Se mueve de forma inquieta, dejando claro que se está quedando sin paciencia, deseando marcharse de allí—. Tengo muchas cosas que hacer, así que quiero que cojas esto y que te largues —le tiende un sobre cuadrado.

—¿Qué es eso? —cuestiona ella.

—Quinientas libras.

—¿Quinientas libras? ¿Eso es lo que valgo? Por suerte para ti, tengo sentido del humor —dice ella, pero no esboza una sonrisa. Lo mira fijamente, tan tranquila como alterado está él.

—¡Es todo lo que he podido reunir! —exclama él. Si su plan es presionarle hasta el límite, funciona—. ¿Ves esa furgoneta? —dice a voz en grito, señalando la furgoneta de color azul marino—. Llevo una ballesta dentro. ¡No estoy bromeando!

Susan lo mira sin interés especial.

—Debemos encontrar la manera de resolver esto. Juntos.

Nigel sabe cuándo le han vencido. Asqueado, aún con el sobre en la mano, vuelve sobre sus pasos hacia su vehículo. Sube a la furgoneta y cierra la puerta de un portazo, tirando el sobre encima del asiento del acompañante. Cambia de sentido tras tres maniobras sobre la arena, y se aleja.

Susan se queda en la puerta hasta que Vince la saca de su trance, abriéndose paso entre sus piernas.


Chloe está jugueteando con su teléfono en su habitación. En un gesto casi habitual últimamente, desliza los dedos de forma urgente sobre la pantalla. Su padre, Mark, que acaba de entrar, pasea de arriba y abajo. Resulta visible que para conservar la calma.

—¿Quién era el chico con el que te he vi ayer en la playa?

La rubia se enfrenta el cabreo con la verdad.

—Se llama Dean —cruza la mirada con la de su padre, que se lleva los puños de las caderas.

—Dean... —Mark parece pronunciar el nombre con cierta cautela—. ¿Por qué no nos has dicho que tenías novio?

—¿Cómo las dos ultimas veces? No, gracias.

—¿Cuántos años tiene?

—¿Tenemos que hablar de esto ahora?

—Sí, tenemos —afirma—. Estoy harto de no enterarme de nada en esta casa.

—Diecisiete —Chloe estira la espalda, preparada para encarar la erupción que se le viene encima.

—¿¡Diecisiete!? ¿¡Y sale con una quinceañera!? —Mark está colérico. No puede creerlo.

—Sí —responde ella al fuego—. Igual que hiciste tú con mamá.

—¡No te hagas la lista conmigo, Chloe! —exclama Latimer, pero no tiene con qué defenderse. Los dos lo saben. Ahora pasea más deprisa y respira hondo, reflexivo y controlado. No hay mucho más que hablar, y al final la que continúa la conversación es Chloe.

El Silencio de la Verdad (Broadchurch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora