Capítulo 18

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La noche del día siguiente Hardy llega a cenar todavía con el traje del trabajo, solo que sin su corbata y abrigo habituales. Lleva flores, una botella de vino y una caja de bombones, y tiene la expresión de un hombre camino del patíbulo. Está a punto de tocar el timbre de la puerta, cuando escucha una voz a su espalda que lo hace sobresaltarse.

—Oh, buenas noches, señor.

Alec se gira, y maldice en su mente. Es Harper. ¿Qué demonios está haciendo allí? La respuesta viene a su mente casi tan rápido como ha aparecido la pregunta: por cómo va vestida —con un vestido azul marino de tubo, de tirantes, con un cinturón negro y zapatos de charol oscuros— queda claro que ha venido a cenar a casa de Miller. En su garganta hay, irónicamente, una gargantilla, y en sus muñecas, dos pulseras oscuras de gran anchura. Lleva el cabello suelto, a diferencia de cómo suele llevarlo en el trabajo. Se ha maquillado ligeramente, pero no de forma exagerada. Una sonrisa encantadora adorna sus labios.

—Buenas noches, Harper —la saluda él finalmente, habiéndose recuperado de la sorpresa—. No esperaba verla... Aquí.

—Oh, Ellie me invitó —responde ella, antes de que su sonrisa se desvanezca, ocupando su lugar una expresión confusa—. ¿No le dijo que venía? —cuestiona, y él niega con la cabeza—. Oh, maldita sea —masculla ella por lo bajo—. Cuánto lo siento —se disculpa—. Esto ya debe ser lo suficientemente raro ya, como para que yo me presente también —comienza a hablar de forma acelerada, un indicativo claro de que se encuentra nerviosa—. Quizás sería mejor que me fuera...

—¡No! —Alec casi ha gritado antes de que ella termine su frase—. Quiero decir, Miller nos ha invitado a ambos, ¿verdad? Sería descortés no presentarse —aclara—. Además, estando aquí, ya me encuentro más tranquilo.

—¿De verdad?

—Sí —afirma él, disfrutando de la expresión contenta de su protegida—. Al menos, no soy el único que tiene que enfrentarse a una incómoda cena en casa de una compañera de trabajo... Hace mucho que no hago esto.

—Sinceramente, yo tampoco he ido a cenar a casa de una compañera. Nunca me han invitado —comenta ella con una carcajada, sin advertir la mirada compasiva por parte del hombre a su lado—. Así que, sí. Estamos en el mismo barco —ambos comparten una sonrisa—. Veo que ha traído el pack completo —aprecia, señalando las flores, el vino y los bombones.

—Sí... Yo... No sabía qué traer —admite, observando que la muchacha lleva también unas flores, además de un voluminoso paquete y unos dulces—. ¿Esto no es demasiado?

—No, no lo creo —responde ella—. Como ve, tampoco yo tenía muy claro qué traer.

Ambos se miran y vuelven a sonreír en un ambiente cómplice. Tras hacerlo, la pelirroja se adelanta, y toca el timbre. Ellie abre la puerta a los pocos segundos.

—Vaya, ¿habéis venido juntos? —cuestiona en un tono pícaro.

—No, de hecho, nos hemos encontrado en la entrada —responde la pelirroja—. Por lo visto el inspector no sabía que yo venía hoy —acusa, aunque Ellie lo deja correr.

No quiere meterse en ese campo de minas ahora.

—Oh, viene de traje —menciona la castaña, observando a Alec.

—¿Es malo?

—Bueno, es que nosotros no nos hemos arreglado —menciona Ellie.

—Yo tampoco —esa respuesta descoloca a la castaña.

—Veo que tú si lo has hecho, Cora.

—¿Me he pasado? —cuestiona la oficial—. No sabía si esto me quedaba bien...

El Silencio de la Verdad (Broadchurch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora