Capítulo 25

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Unas horas más tarde, Hardy se queda solo en su despacho. Se percata de que su subordinada de ojos azules sigue trabajando en su mesa, y aquello le hace sonreír de forma breve. Baja las persianas y luego apaga la luz. La única luz, proveniente de la mesa de Harper —puesto que Miller se ha ido a su casa a descansar—, se filtra entre los renglones. Se tumba en el sofá de su oficina desgarbadamente. Sus piernas le cuelgan por el borde.

Cierra los ojos y ordena a los sospechosos en un despliegue de identidades. Es una pequeña técnica que utiliza el primer día de trabajo, siempre que recibe más información de la que puede procesar. Le fue útil en las primeras fases de Sandbrook, y espera que ahora le aclare las ideas de modo parecido.

Mark Latimer desde luego sigue estando dentro de la lista. Según la creencia de que, cuanto más cerca estés de la casa mayores probabilidades tienes de culpabilidad, es el principal sospechoso. A pesar del testimonio de Becca Fisher, todavía hay un vacío de dos horas en su coartada. Pegó a Danny en una ocasión. Rectificación: pegó a Danny en una ocasión, que ellos supieran.

Jack Marshall es igual de probable, aunque por motivos muy distintos. Un soltero que cumplió condena por tener relaciones sexuales con una menor, a la que más tarde convenció de alguna forma para que se casara con el que abusó de ella. Esto sugiere que es diestro en el trato con jóvenes. Que el cuerpo de Danny no presentase señales de abuso sexual, no significa que no los hubiera. Los agresores sexuales experimentados saben que hay más de un modo de acosar a un chico. Como guía de la Brigada Marina, Jack Marshall tenía chicos a su disposición día y noche. Estaba solo con Danny en su tienda todas las mañanas, el teléfono del chico estaba en su poder tras su muerte, y su casa está a tiro de piedra del sitio donde lo encontraron. Ha obstaculizado la investigación en todo momento. Cuanto más piensa Hardy en los movimientos de Marshall, más indicado le parece. Sin embargo, se ve inclinado a reducir sus sospechas sobre él debido a los datos proporcionados por la muchacha novata. Según ella, Jack Marshall no encaja en el perfil psicológico del asesino, y, por si fuera poco, las cámaras de vigilancia de su casa han corroborado que no salió la noche de la muerte de Danny.

El reverendo Paul Coates ocupa un puesto cerca de Jack. Su falta de coartada lo señala claramente, y la iglesia está a un minuto de la casa de los Latimer atravesando el campo. Tuvo relaciones con Danny y docenas de chicos más a través del club de informática, pero lo que de verdad inquieta a Hardy es su disposición a propagar la voz en las ondas, y a mostrar su cara entre las cámaras. Esto ya lo ha visto antes. La culpabilidad lleva a abandonarse, al impulso de aparecer en los medios.

Nigel Carter está en el límite. Soltero empedernido, según todos, vive con su madre, y se agarra a la familia Latimer como una lapa. Junto a Mark, Nigel probablemente fue el adulto más importante en la vida de Danny. Ya ha mentido a la policía, en apariencia para proteger a Mark, y Hardy no puede librarse de la sensación de que todavía se calla algo. Algo importante. Su madre dice que estuvo con ella toda la noche, pero el inspector está inclinado a desestimarla. Lleva mucho tiempo sosteniendo que, la coartada de una madre vale menos que el papel en el que está escrita.

Y, para terminar, el inspector piensa mucho y a fondo en Steve Connolly. Eso sobre la barca, o bien fue una suposición que resultó acertada, o algo de lo que fue testigo, lo que significa que Connolly o es un charlatán, u oculta pruebas. Harper está convencida de que es un fraude, y hay pruebas que lo demuestran, lo que provocara que lo descarte, y lo hará en cuanto haya averiguado cómo sabe lo del collar de Pippa Gillespie. Solo en el despacho, Alec se ha esforzado mucho por establecer un nexo entre Steve Connolly y Sandbrook, pero no ha encontrado ninguno. Hasta que lo encuentre, Connolly sigue siendo, si no sospechoso de modo oficial, profundamente sospechoso.


Mark y Beth están en la cama, con la radio encendida para hacerles compañía.

—¿Podemos quitar las noticias? —pregunta a Mark. Beth cambia la emisora a una de música, y luego se tumba de espaldas, con un brazo doblado detrás de la cabeza, mirando el techo. Están tumbados uno al lado del otro, de espaldas—. Sabes que te quiero, Beth.

El Silencio de la Verdad (Broadchurch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora