El destierro, parte 3

710 54 14
                                    

A la mañana siguiente, Japón se despertó y automáticamente fue a desayunar. No quiso despertar a su padre, pues el día anterior lo vio muy desanimado y decidió dejarlo dormir.

Apenas terminó de desayunar, se fijó en un reloj. Ya era tarde, su padre necesitaba ser despertado. Se dirigió a la habitación del mayor y lo destapó:

-Papá, buen día..., *saca la sábana*, oh, no hay nadie...

Japón lo buscó en toda la habitación, pero no lo encontraba. Lo llamaba a gritos, pero nadie respondía:

-PAPÁ, ¿donde estás?-Llamaba la japonesa.

No se rindió, decidió buscarlo por toda la Casa Imperial. Buscó en el comedor, la cocina, el baño, no hubo lugar que le haya faltado.

Dejó como última opción su habitación y, en efecto, el mayor estaba ahí.

Japón no entró directamente, solo lo observaba desde afuera. Veía al mayor con las orejas de gato muy bajas, cola desanimada y algo estaba haciendo, no notaba muy bien lo que hacía hasta que Imperio se movió. Había una maleta abierta y el emperador estaba poniendo cosas de Japón ahí adentro. La menor no pudo resistir y entró:

-Hola pa..., ¿papá?-Preguntó Japón, confundida.

-Oh por Dios..., *intentaba ocultar la maleta*, tesorito..., ¿qué haces aquí?-Preguntó Imperio con una sonrisa nerviosa.

-¿Qué es esa baggu ("maleta")?-Preguntó la menor, un poco enojada.

-¿Cuál maleta?, jeje, estás viendo cosas...-Seguía diciendo el gato mayor con la misma sonrisa.

Japón, ya enojada, corrió de un empujón a su padre y pudo observar detalladamente lo que había en la maleta:

-No entiendo..., estas son mis cosas pa..., ¿qué hacen aquí?, además, hay una foto nuestra también...-Miró preocupada a su padre.

Imperio miró con la misma cara de preocupación a su hija y suspiró. Sus orejas se volvieron a caer y su cola también. Siguió empacando las cosas:

-Oye, ¡respóndeme!, ¿porqué pones mis cosas ahí?-Gritó Japón con desesperación, pero su padre la ignoró.

De inmediato, la menor se puso firme delante de él, impidiéndole la acción de guardar las cosas. En eso, el mayor suspiro y llora:

-Papá..., ¿qué haces?-Preguntó nuevamente, preocupada.

-Por favor, perdóname..., me obligaron...-Lloraba Imperio.

-¿Quién te obligó pa?, no entiendo...

-Me obligaron..., a tomar una decisión...-Lloraba más fuerte.

-¿Cuál decision?-Japón abrazó a su padre, en un intento de calmarlo.

-Te..., te tienes que ir...-Lloró aún más.

Japón se quedó mirando a su padre, muy impactada por lo que dijo:

-Jeje..., de seguro es un chiste..., ¡muy buen chiste papá!-Reía la menor.

-No, ya no es chiste...-Dijo Imperio, volviendo a empacar y llorando.

La nena de papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora