Primera katana

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-Japón, ¿alguna vez usaste un arma?-Preguntó Argentina.

-No recuerdo muy bien..., ¿te refieres a lanzallamas, por ejemplo?-Preguntó Japón, confundida.

-Claro, así es, ¿usaste alguna vez algo de eso?-Preguntó nuevamente el argentino.

-Oh..., la verdad ni recuerdo bien...-La japonesa fue interrumpida por Chile.

-Pero weona, ¿los japoneses no utilizaban armas especiales?-Preguntó Chile.

-Si, usaban los naginatas, nagamaki, sai, nunchaku, shuriken, tessen...-Japón fue nuevamente interrumpida por Ucrania.

-Ok..., no digas más, sin muchas armas..., jeje..., ¿usaste alguna de las mencionadas?-Preguntó la ucraniana, confundida.

Japón se quedó pensando por un largo rato, sabía que algo había utilizado cuando era joven, pero no recordaba cuál era.

En un momento, España empieza a buscar en internet el arma más usada por los japoneses. Como resultado, salió la katana, una espada muy filosa y de fácil uso en guerras:

-Mira Chavala, una katana..., si eso te toca, debe doler hasta los cojones...-España fue interrumpido por los gritos de Japón.

-Soreha ("Eso es"), la katana, aprendí a usar eso..., tengo un recuerdo sobre mi primera katana...-Recordó la gata.

-Ay wey, ¡cuenta!-Gritó Mexico, emocionado.

-Pero primero, necesito comentarles algo importante que les servirá para entender mejor el recuerdo.
El aprender a usar katana era parte del protocolo imperial japonés, mi padre era un experto con esa espada, era su arma favorita.
Cuando cumplí 10 años, ya estaba lista para practicar el protocolo de emperatriz, pero papá nunca me obligó a hacer nada...-Explicó Japón, dándole una sonrisa al cielo.

-¿A qué te refieres, Japan ("Japón")?-Preguntó USA.

-Me refiero a que todo futuro emperador o rey necesita seguir un protocolo para ser un buen gobernante. Es por eso que te enseñan las cosas básicas y las más difíciles, pero mi papá hizo todo lo contrario, nunca me obligo a hacer algo que no me gustara...
Cuando cumplí 10, mi papá me dio una charla que jamás olvidaré...

(COMIENZO DEL RECUERDO)

Era una tarde de invierno. Japón estaba sentada en un sofá del comedor, dibujando.

A su vez, estaba emocionada, ya que al día siguiente iba a ser su cumpleaños.

En ese momento, su padre baja las escaleras buscando a su hija, este quería hablar con ella de algo súper importante:

-Pequeña mochi, ¿donde estás?, necesito hablar contigo...-Llamaba Imperio a su niña.

-¡Hola papá!, estoy aquí, ¡ven!-Gritó la pequeña con muchísima emoción.

El gato mayor se sentó en el mismo sofá y Japón dejó de dibujar para acurrucarse con él y escucharlo:

-Hija, ¡mañana es tu cumpleaños!-Decía Imperio, con una gran sonrisa en su rostro.

-¡SIII!, ¡estoy súper feliz papá!, ¡ya no puedo esperar a ver a Alemania y a Italia!-Decía la pequeña, dando pequeñas risitas tiernas.

-Si, pero necesito decirte algo bebé...

-¿Es algo malo, papi?-Preguntó la menor, poniendo sus orejas de gato para abajo en señal de miedo.

-Claro que no tesorito, ¡es una pequeña charla padre e hija!, ya cambia esa cara-Reía Imperio, mientras abrazaba a la pequeña.

-Jeje, está bien, ¿qué es papi?

-Bueno..., *suspira*, mañana cumples 10 años y..., ya sabes lo que viene, ¿verdad?

-Emmm..., *piensa*, la verdad no, ¿qué se viene papá?-Preguntó la gatita, con cara muy tierna y dudosa.

-Verás hija, cuando cumples 10, ¡ya estás lista para seguir el protocolo imperial!-Explicaba Imperio con una pequeña sonrisa.

-¿Protocolo imperial?, ¿qué es eso?

-Empieza tu ensayo para convertirte en una emperatriz, cómo yo. Se enseña a cómo pararse correctamente cuando hay invitados, los modales, entre otras cosas...-Explicó el emperador, un poco triste.

-Eso debe de ser cool, ¿no es así papi?

-Sinceramente no lo es, es por eso que vengo a darte esta charla. Este protocolo es obligatorio, a mi me obligaron a seguirlo y yo también lo tendría que hacer contigo porque es tradición familiar. No quiero obligarte a hacer algo que no te guste, tú sabes comportarte bien en diferentes ocasiones, no te exigiré con este protocolo..., solo te enseñaré algunas cosas que todavía no sabes...

Japón se quedó en shock, no se esperaba esa respuesta, pensaba que si o si tenía que cumplirlo:

-Pero pa, si es obligatorio cumplirlo, lo tendré que hacer, no tengo ningún problema en hacerlo...-Dijo Japón, con una pequeña sonrisa.

-No mi amor, no quiero obligarte a hacer nada que no te guste, el protocolo tiene muchísimas cosas tediosas que si o si tienes que cumplir. Estás entrando en una etapa en donde tienes que disfrutar, aprender, salir, ser tu misma, no quiero que un estúpido protocolo arruiné tu vida y te la haga muy monótona..., cómo la mía...-Explicó Imperio, mientras le acariciaba los cachetes a su hija.

En ese momento, Japón abrazó fuertemente a su padre en señal de agradecimiento:

-Awww papá..., dōmo arigatō ("muchísimas gracias") por confiar en mi y, en especial, por dejarme ser como soy...

-No quiero que tu vida sea igual que la mía..., mi adolescencia no la disfruté y se convirtió en una rutina muy aburrida..., discúlpame por involucrarte en esta vida protocolar...-Sollozaba el mayor, mientras correspondía el abrazo de su pequeña.

-Pa..., no es tu culpa..., fueron nuestros antepasados...-Dijo Japón, abrazando más fuerte a su papá.

-*Se seca un poco las lágrimas*, vive tu vida tesorito...-Le da un cálido beso en el cachete a su hija.

-Pero vívela conmigo, ¡a mi lado y juntos!-Dijo La Niña, abrazando a su papá por detrás.

-Te lo prometo princesa...

Los dos Gatos estuvieron por un largo rato abrazándose, hasta que Imperio se acordó de algo:

-Oh, ahora me acordé..., ¡mañana habrá una sorpresa especial!-Dijo Imperio, levantándose del sofá, con la cabeza y el pecho sumergido, patas delanteras hacia afuera y su parte trasera hacia arriba, en señal de querer jugar.

-¿¡Enserio?!-Preguntó la japonesa emocionada, poniéndose en la misma posición de su papá.

-Claro que si, pero es mañana, ¡no ahora pequeña traviesa!-Reía el emperador.

-Eso ya lo veremos, ¡atrápame si puedes!, sino abriré el ragalo antes de tiempo...-Dijo Japón, comenzando a correr.

-Jejeje, ¡si te atrapo, te comeré a besos!-Reía aún más Imperio, persiguiendo a su pequeña.

La nena de papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora