Las lejanias, parte 2

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Mientras Japón se encontraba en las lejanías, Imperio estaba allí, en su Casa Imperial, trabajando:

-Oye camarada, ¡quiero que busques a Japón, dile que vamos a comer!

-¡Claro que si, watashi no sā ("mi señor")!

El soldado empezó a buscar por todos lados a La Niña, pero no la encontraba.

En ese momento, ve a lo lejos un recluta que corría con desesperación hacia la Casa.
Cuando llegó, le comunicó algo muy perturbador y desesperante a su otro camarada:

-Oye, ¿tú no eres uno que vigila las lejanías?

-Si, así es, vengo desde allí, la princesa está en peligro...

-¿La princesa?, ¿donde está ella?

-Observé las lejanías con un telescopio, ya que escuchaba gritos de desesperación allí. En efecto, era la princesa, no hay tiempo, avisémosle al emperador, ¡AHORA!

Los dos soldados fueron a avisarle a su emperador lo que estaba pasando, con muchísima rapidez y desesperación:

-WATASHI NO SĀ ("MI SEÑOR")-Gritó un soldado.

-¡LA PRINCESA, está en peligro!-Gritó el otro recluta.

-¿Pero donde está ella?-Preguntó Imperio, dudando.

-¡EN LAS LEJANÍAS, SEÑOR!, ¡no hay tiempo que perder!-Contestó el soldado.

A Imperio se le paró la respiración, sus ojos se abrieron como platos del susto y la desesperación:

-¡Hagan una gran tropa ahora, iremos hasta allí!-Gritó con furia el emperador.

Mientras tanto, en las lejanías, Japón fue acorralada. La pobre se puso a llorar y a desesperarse aún más, pues la tropa estadounidense la manipulaba psicológicamente:

-Nuestro jefe estará muy contento con nosotros...

-Pues si, encontramos a la princess ("princesa") del emperador japonés...

-No hay mas escapatoria, mejor ven con nosotros y no te niegues, te arrepentirás si lo haces...-Dijo este recluta, agarrando fuertemente a Japón del brazo.

Justo antes de que llevaran a Japón, los 4 hombres escucharon el maullido de un gato enojado y algo los sorprendió con arañazos y mordiscos.

La luz ayudó a reconocer a ese desconocido que atacó salvajemente a las tropas estadounidenses, era Imperio Japonés, demasiado enojado, acorralando a los agresores:

-¿¡Que le acaban de hacer a mi pequeña?!, mejor aléjense de ella porque les arrancaré los ojos, no vuelvan a acercarse a mi hija-Gritó el gran gato, con su pelaje erizado y sus garras muy tensas.

Los 4 muchachos salieron corriendo, asustados por la reacción del emperador. En eso, todos los guardias japoneses le preguntaron a la princesa si salió herida, lo cual era negativo.
Pero otro grito de Imperio se pudo oír en el lugar, el cual iba dirigido a Japón:

-¡Me desobedeciste Japón!, te dije bien claro que no podías venir aquí

-Perdóname papá, yo solo...-Japón fue interrumpida por su padre.

-Eso no basta, casi te matan hija, ¿no eres consciente de eso?, ¡esos tipos estaban armados!-Gritó aún más fuerte el emperador.

-*puso sus orejas de gato bajas*, pero papi, por favor, perdóname, no quise...-La frase fue interrumpida por el emperador, nuevamente.

-¡YA ES SUFICIENTE!, ¡vamos a casa, estas castigada hasta nuevo aviso!-Gritó el mayor, caminando en 4 patas y subiendo a Japón en su lomo.

La Niña se durmió, abrazando fuertemente el pelaje de su padre:

-Mi señor, ¡la princesa está sana y salva!-Dijo un recluta japonés.

-Gracias a Dios, pensé que no lo estaba, por un momento sentí que perdía a mi pequeña, entré en pánico...

La nena de papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora