Regando plantas

813 58 21
                                    

-Había una actividad de la casa que no me gustaba para nada...-Decía Japón.

-¿Cual era, querida?-Preguntó Francia.

-Regar el jardín...-Confesó la gata.

Todos los countryhumans se empezaron a reír a carcajadas, pues no podían creer lo que estaban escuchando:

-Pero Jap, ¿a qué le tenías miedo?-Preguntó Bielorrusia.

-Al agua que salía del regadero..., siempre me llegaba a mojar y..., odio el agua...

-Oh, era por eso...-Decía USA, confuso.

-Wait a second ("Espera un segundo"), ¿quien te mandaba a hacer esa tarea si tu no querías?-Preguntó Canadá.

-Pues mi papá. Nos dividíamos las tareas y a veces me tocaba esa...

-¿Y qué hacías cuando te tocaba hacerlo?-Preguntó España, muy confundido.

-Bueno...; era algo así...

(COMIENZO DEL RECUERDO)

Como siempre, los sábados y domingos padre e hija se dividían las tareas para limpiar el hogar, ya que esos días las mucamas no iban a limpiar.

Japón siempre intentaba evitar la tarea de regar las plantas, pero el día que le tocaba, era una verdadera tortura para ella:

-¡Bebita preciosa!-Gritó Imperio.

-¿Si, pa?

-¿Me podrías ayudar a limpiar la casa, por favor?

-¡Si!, claro, ¿qué toca?-Preguntó la menor, entusiasmada.

-¿Podrías limpiarme la cocina para empezar?

-¡Claro papá, ahí empiezo!

La japonesa era rápida con la limpieza, un haz de los trapeadores, así que terminó bastante rápido. La siguiente tarea era limpiar el gran comedor junto a su padre, ya que era un sitio grande.

Al ser la actividad compartida, ambos terminaron rápido, pero el emperador terminó demasiado cansado y con muchos dolores:

-Auch...-Se quejó el mayor.

-Papá, ¿estás bien?-Se preocupó si hija.

-Si cielito, estoy bien, tú tranquila, es que..., papi ya está viejo y le duele todo...

-Ve a descansar, yo me encargo, ¡puedo sola!, ¿cuál sigue?-Preguntó la menor, entusiasmada.

-Creo que tu entusiasmo se irá cuando te diga..., es que faltaría regar el jardín...

Japón quedó en shock, le daba demasiado pavor el contacto con el agua, pero debía ayudar a su padre:

-No te obligaré pequeña, déjame a mi...-El emperador fue interrumpido por la menor.

-No papá, tú tranquilo, ¡yo me encargo!...-Decía Japón, demasiado asustada.

-Awww, esa es mi niña, ¡siempre valiente!, ¡avísame si necesitas algo!

Japón, de inmediato, fue a agarrar el regadero y lo abrió. Apenas el agua salió del artefacto, a la gata se le erizó su pelaje y su cola se volvió más tensa. Intentaba que el agua no la tocara por ningún lado.

Por suerte, la menor pudo maniobrar bien el regadero y todo iba viento en popa, hasta que un chorro de agua cae en la pata de Japón.

La misma comienza a desesperarse, a tal punto que se comenzó a enredarse con el regadero y se mojó la mayoría de la ropa y el cuerpo. Tenía muchísima desesperación, ganas de salir de ahí.

Imperio japonés, que acababa de acostarse, se despertó por el gran ruido que provocó su hija. Este se asustó y se comenzó a desesperar, yendo a socorrer a su hija.

Al llegar al lugar, la ve a ella, allí, enredada, muy mojada y asustada. Rápidamente la sacó de allí y la misma sale corriendo a su cuarto:

-Espera pequeña, ¿qué te paso?, ¿porque te asustas chiquita?-Preguntó Imperio, siguiéndola.

La nena de papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora