La nena de papá

Bombardeos

-Oye Japón, ¿cuál fue tu peor pesadilla?-Preguntó Nicaragua.

-Yo ya conté el mío, el feuer ("fuego")-Contestó Alemania.

-Bueno..., el mío es aún más perturbador...-Dijo Japón, recordando el momento.

-Pues, ¿qué debió ser entonces?-Se preguntó Rusia, mirando a sus hermanos, dudando.

-Déjenme contarles...

(COMIENZO DEL RECUERDO)

Luego del acontecimiento de las lejanías, los estadounidenses no volvieron a molestar por un largo tiempo en el territorio japonés.

Varias semanas pasaron a decir verdad, la situación estaba dudosa y bastante pacífica:

-Camarada, ¿sabes algo de los estadounidenses?-Preguntó Imperio.

-Nada watashi no sā ("mi señor"), los guardias de las lejanías no notaron movimientos o cosas raras allí..., todo está súper tranquilo...-Respondió el recluta.

-Eso es lo que me preocupa..., no se si tienen un haz bajo la manga o simplemente están pacíficos...

-Watashi no sā ("mi señor"), habrá que esperar. No se preocupe, ¡tenemos alarmas para bombardeos y para diferentes ocasiones!-Dijo el soldado, todo positivo.

A la vez, Imperio estaba relajado, pues la situación relajada de los Yankees lo ayudó a pasar más tiempo con su hija.
Pero una tarde, todo cambió.

Esa tarde, Imperio estaba checkeando unos papeleos de suma importancia y, de paso, empezó a ordenar su espacio de trabajo.

En un momento, el gato mayor empieza a escuchar sonidos de aviones. Pensó que eran sus aviones de guerra, supervisando su zona, por lo tanto, no le dio importancia.

Cada vez eran más aviones los que pasaban por allí, lo cual hizo dudar al emperador:

-Emmm..., no es necesario muchos aviones para supervisar..., es raro...

Y nuevamente, no le dio importancia, simplemente salió afuera para contemplar sus avionetas.

Al salir y observarlas, se percató del símbolo. Pues era uno diferente, no era el clásico sol naciente:

-Maredesu ("es raro"), no tienen mi símbolo..., no llego a ver bien...-Decía Imperio, intentando ver. El sol se lo prohibía.

Luego de muchísimos intentos descifrando el emblema, el japonés mayor ve caer bombas desde las aeronaves, haciendo que empiece a correr desesperadamente y alertando a toda la Casa Imperial:

-¡BOMBARDEO!, ¡BOMBARDEO!, todos al búnker ahora-Gritó Imperio, desesperado y un poco herido.

Luego de haberse activado la alarma para bombardeos, todos los militares e integrantes de la Casa Imperial salieron corriendo en estampida hacia la salida. Imperio iba con ellos, pero le faltaba alguien..., su pequeña hija:

-Oh por Dios, ¡JAPÓN!, ya déjenme pasar..., ¡JAPÓOOOON!-Gritaba el emperador mientras se metía en la estampida.

En eso, dos guardias le avisan algo súper importante al papá desesperado:

-¡SEÑOR!, ¡la princesa está en su cuarto, no se puede abrir la puerta!-Dijo el desesperado camarada.

-Ustedes dos vayan al búnker, yo iré por ella...-Dijo Imperio, corriendo con muchísima concentración y valentía hacia la habitación de su hija.

Al llegar al cuarto, la niña no le contestaba a su padre, algo que lo empezó a preocupar aún más, pero por suerte, las pudo dar después de varios intentos:

-Japón, hija, respóndeme..., ¿estás bien?-Preguntó Imperio, sollozando, mientras se escuchaban las bombas caer.

-Papi..., tengo miedo...-Dijo Japón, llorando.

-No te preocupes bebé, te sacaré de ahí...

El emperador, sabiendo que la puerta no se podía abrir de forma normal, empezó a empujarla para poder derrumbarla.

Cuando pudo entrar, vio a la menor sentada en un rincón, llorando y tapándose sus orejas por el ruido:

-Mi bebé..., ya estás bien..., papi está aquí...-Decía Imperio, calmando a su hija con un abrazo.

-Papá..., ¿qué está pasando?-Preguntaba la pequeña mientras lloraba en el hombro de su padre.

-Son bombardeos pequeña, shh shh shh..., por suerte no tocó la Casa Imperial todavía...-Decía el gato mayor, un poco aliviado, hasta que una bomba cayó en el pasillo, muy cerca de Los Gatos.

-¡Japón, no hay tiempo que perder, vayamos al búnker lo antes posible!, necesito que corras a la par mía, ¿está bien?-Dijo el emperador, agarrando la mano de su hija.

-Si papá...-Afirmó la gatita, secándose las lagrimas y empezando a correr.