Bombardeos, parte 2

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Los Gatos empezaron a correr sin parar, pues las bombas estaban ya estaban tocando la Casa y no era nada bueno, tenían que estar muy atentos y esquivar.

De repente, un explosivo cayó muy cerca de Japón, haciendo que la onda explosiva la empujara para el costado, dejándola un poco herida. Por suerte, podía seguir corriendo:

-¡JAPÓN!-Gritó Imperio con desesperación.

-Papá..., *tose*, estoy bien, puedo seguir corriendo...

-¿Estás segura?-Preguntó el mayor mientras levantaba rápidamente del suelo a su hija.

-Si..., vámonos...

Ya estaban por llegar al búnker, pero otro proyectil cayó en el techo, haciendo que todo se cayera arriba de la gatita:

-¡HIJA!, *empieza a llorar*, oh por Dios...-Decía el emperador, tratando de quitar la pesada madera para poder sacar de ahí a su pequeña.

-Papá, estoy bien, tranquilo..., trae refuerzos, no podré sostener por muchísimo tiempo todo este peso...-Dijo Japón, con voz quebrada.

El japonés mayor, con lágrimas en los ojos, salió corriendo en busca del búnker y de sus camaradas.

Al llegar, le explicó la situación, pero era muy arriesgado, los aviones seguían allí afuera bombardeando, pero un camarada dijo algo que puso muy feliz a los japoneses:

-Watashi no sā ("mi señor"), los aviones se están yendo, dejaron de bombardear...

Dicho esto, los reclutados e Imperio fueron hasta donde estaba su hija atrapada. Intentaron sacar la madera pesada mientras el emperador gritaba el nombre de la pequeña con desesperación:

-JAPÓN, aquí estoy pequeña, ¡por favor responde!-Gritó el mayor, pero no obtuvo respuestas, por ende, empezó a preocuparse aún más.

Rápidamente, toda la madera había sido sacada, mostrando a Japón muy herida, con dolores corporales y falta de respiración. Casi ni podía hablar.

El doctor estaba allí con los japoneses.
Al no haber camas, recostaron a La Niña como si fuera un bebé en el pecho de su padre:

-Watashi no sā, va a necesitar estar bajo oxígeno, está demasiado grave..., por nada en el mundo le saque ese respirador...-Dijo el doctor, mirando al emperador con cara muy desanimada.

-Bien, se lo dejaré...-Dijo Imperio, acariciándole la cabeza a la pequeña.

Mientras sus secuaces trataban de reconstruir las partes bombardeadas de la Casa, Imperio se quedó con su pequeña, sentado en la misma silla, dándole el respirador y tapándola.

La gatita empezó a abrir los ojos lentamente, mirando a su papá, que estaba un poco herido:

-Meow...-Llamó La Niña a su papá.

-*Se sorprende*, mi pequeña mochi..., abriste los ojos...-Lloraba Imperio.

-Papá..., ¿porque lloras?-Preguntó Japón, intentando formular la frase, aún estaba muy mal.

-Sentí que te perdía..., pero ya estás aquí mi princesa...

-Pero..., ya todo terminó, ¿no es así?

-Si mi niña..., ya estamos bien...-Respondió el mayor, abrazando a su pequeña.

-Ahora podemos estar tranquilos...-Dijo Japón, respondiendo al abrazo de su padre.

(FIN DEL RECUERDO)

La nena de papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora