Primeros pasos en 4 patas

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-Espera, tengo una duda...-Dijo USA.

-¿Qué pasó, son ("Hijo")?-Preguntó UK.

-Japan ("Japón"), ¿cómo hiciste para caminar en 4 patas como un gato?, debió de ser difícil, ¿no es así?-Preguntó USA, dudando.

-Jeje, si, fue difícil, era más fácil caminar en 2 patas...-Japón fue interrumpida por Uruguay.

-¿Siendo un gato, Sabes caminar en 2 patas también?-Preguntó el uruguayo, emocionado.

-¡Claro que si!, las 2 patas las uso para caminar, mientras que las 4 patas las uso para correr más rápido. En fin, mis primeros pasos los dí en 4 patas, ya tenía la edad suficiente para practicar..., déjenme ponerlos en contexto nuevamente...

(COMIENZO DEL RECUERDO)

Era un día como cualquiera en La Casa Imperial. Imperio se encontraba allí, jugando con Japón, pero con una caña de pescar, que tenía una bolita en la punta.

A la menor le encantaba perseguir e intentar agarrar la esfera, por lo tanto, su padre movía el juguete constantemente:

-Awww, ¡mi princesa, eres tan tierna cuando persigues la pelotita, hasta maúllas!-Decía el emperador, muriendo de ternura por su hija.

Todo iba bien, hasta que el emperador decide sacar otro juguete, una simple bolita.
El mayor se la dio a Japón con el fin de que persiga la pequeña pelota con libertad.

La gatita perseguía la pelota a gateos, pero, en un momento, el juguete se fue a la otra punta de la habitación debido a que Japón le dio un golpecito.

Imperio no fue a buscarle la pelota a su hija, porque este la veía muy entusiasmada en ir por su cuenta a buscarla.

La bebé, para ir más rápido, decide pararse lentamente en 4 patas. Una vez hecho eso, la niña empezó a temblar, pues no tenía equilibrio.

Entre temblores corporales y quejas, Japón iba poco a poco hacia la pelota, pero el equilibrio no fue su gran aliado en esas circunstancias, así que se cayó al suelo y, con cara de pucherito, marcaba con sus manitos la pelota que aún se encontraba lejos de ella.

Imperio le encantó el entusiasmo de su hija por empezar a caminar, pero a la vez le dio un poco de lastima su cara al final de la caída.

El mayor le dio la pelota a su hija y frotó su cara en la de Japón en señal de mimos:

-Con que quisiste caminar, ¿no es así mi pequeña mochi?, bien, vamos a practicar, todo a su tiempo tesorito, ¡pero lo hiciste muy bien!-Decía Imperio mientras seguía gritando su cara con Japón.

La nena de papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora