Epílogo

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Mario

Nunca creí que tendría a mi esposa medio desnuda en la cama de otro hombre, él rodeando su pecho con una mano mientras yo observo y la sostengo del otro lado. ¿Lo más increíble? En este momento siento de todo menos celos o posesión.

Una mueca torturada me delata.

—¿Seguro no te duele? Puedes decirle que se detenga si quieres. Aún estamos a tiempo.

—Por cuarta vez, Mario: solo siento una leve molestia —Resopla y rueda los ojos intentando contener una sonrisa, luego me observa con ternura—. Fue tu idea, cariño, y aquí estamos. Todo va genial y me agrada como está quedando... Ahora, lo que me preocupa son tus temblores, el sudor en tu frente y esa expresión de dolor constante. ¿Seguro que estás bien? ¿No quieres salir a tomar aire?... Parece que te lo hicieran a ti.

—No me juzgues. El tatuaje en mi pecho dolió bastante, y eso que es un dibujo insignificante. Verte ahora en esa posición, y recordar la tortura, es mucho menos agradable.

Mi mujer —sí, mía. Me siento el jodido más afortunado de poder llamarla así— lleva un año sin cáncer, más de siete meses con implantes, y en este momento se está tatuando una areola y el pezón.

—Cielo, recuerda que he perdido casi toda la sensibilidad...

—Lo sé, lo sé. Sólo estoy nervioso. Quiero que seas feliz con esto y eso implica que sea perfecto.

—Todo está saliendo excelente, Vila. Relájate —murmura Dawson, mi tatuador de confianza.

Está muy concentrado agregando detalles para que su aspecto sea lo más real posible. 

Al final, me quedo embobado observando la aguja y sus movimientos calculados. Es el mejor en su arte.

—Aprovechando que ya estamos aquí, quisiera agregar uno más... para adornar —pide Lucy al ver que está terminando los últimos retoques.

—Tú mandas, linda —responde Daw con picardía—. Lo que me pidas te lo...

—Deja de coquetear con ella, maricón —gruño, aunque sé que lo hace para molestarme. Así de fácil lo logra.

Es inofensivo, adora a su esposa y a los trillizos. Los conozco hace varios años, ella también es tatuadora en este lugar y he presenciado en muchas ocasiones cómo la observa: de una manera muy similar a como yo lo hago con Luciana. Por eso confío en que no tiene ojos para nadie más... y aprecia su vida. 

Lucy le pide papel y lápiz para retratar lo que desea y no tarda más de 2 minutos en escribir dos palabras en ruso que se entrelazan, las escribe de la misma forma que desea verlas bajo su pecho izquierdo, siguiendo el camino curvado.

Si las pocas clases que me ha dado han servido, creo que significan "amar y vivir".

El abecedario ruso puesto en su propia caligrafía y mejorado por la creatividad de Dawson logra que se vea como pequeñas figuras en forma de tribal que adornan de manera sexy casi toda la curvatura y lateral de su pecho.

—Quedaron perfectas —susurra ella al ver que tengo la vista fija en sus bonitas montañas de piel con prótesis. Aún se nota mucho la cicatriz a pesar del tatuaje circular de color rosa pálido—. Mis pechos tienen el sello Vila.

No puedo evitar sonreír con amplitud. Fue ella quien me pidió ser su cirujano, la muy canalla osó presionarme con que sería la única manera que aceptaría ponerse los implantes, y aunque hubiese aceptado sin ninguna amenaza —la cual fue una broma, obviamente—, disfruté bastante hacerme el duro e indignado. Obtuve una placentera recompensa.

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