Ingreso al quirófano observando cada punto a mi alrededor, cerciorándome que todo esté en orden para comenzar. Como pocas veces, ya Luciana se encuentra dentro, parece contemplarme con cautela. Le doy un pequeño asentimiento, ella lo secunda y su pecho desciende como si se relajara.
Disimulo una sonrisa a través del tapabocas y permito que las enfermeras me ayuden con los guantes. Corto la distancia sin dejar de mirarla, hasta situarme al lado de mi paciente. Pretendo dirigirme a ella, que antes era él, pero eso ya no importa:
—¡Hola de nuevo, Elena! ¿Preparada?
—Llevo preparándome por tres años, Doctor. Estoy ansiosa.
—Tú cuerpo ha reaccionado muy bien a las hormonas, te haré poseedora de una linda vagina y todo saldrá excelente.
Elena se carcajea, logrando relajarla. A pesar de estar muy dispuesta, entiende la magnitud de su operación y no puede evitar sentirse nerviosa.
Realizo un gesto al Doctor encargado de la anestesia, Elena cierra sus ojos y, en cuestión de segundos, inicio el procedimiento.
Con la primera incisión percibo el acercamiento de un rostro a mi costado. No me hace falta girar para saber de quién se trata, su aroma me inunda.
Intento bloquearla de mi mente y concentrarme en la labor, sin embargo, también es mi labor ser su maestro. Decido enfocarme en realizarle preguntas técnicas sobre la cirugía, puesto que es la primera en el tiempo que lleva aquí:
—¿Qué se hace luego de la abertura entre el recto y la vejiga, Doctora Luciana?
—Extirpar los testículos, conservar el escroto y crear el forro vaginal con la piel de su miembro, luego debe invertir, traer lo de adentro hacia afuera y retraer el glande para formar el clítoris con el tejido eréctil del pene —afirma.
Por su tono de voz, puedo asegurar que está emocionada.
—Muy bien —Nuestros ojos se conectan por cortos segundos y logro apreciar un rastro de éxtasis en ellos —¿Qué se hace con lo demás?
—Se desecha.
Mientras realizo la magia de la ciencia, tal cual como lo indicó, ella continúa realizando comentarios sobre la viabilidad de su punto nervioso y cuán normal podrían llegar a ser sus relaciones sexuales.
He realizado esta operación unas diez veces de lo que va de mi carrera, y hasta el momento todas han salido —dentro de lo posible— perfectas.
Ahora Elena podrá sentirse mejor consigo misma y continuar con su vida en el cuerpo que desea, podrá verse al espejo y percibir que su sexo ya no es una protuberancia indeseada. Si esto la lleva un tanto más cerca de la "preciada felicidad", que así sea.
Realizo lo necesario para que sus funciones sean lo más similares al común de una mujer, cubro lo imprescindible y suturo de la forma más estética posible, utilizando el escroto para formar los labios vaginales.
—Excelente trabajo, Doctor —me halaga Luciana, cordial.
No es la primera vez que lo hace, pero ahora no la siento tan distante o poco sincero. Ahora que sé no le soy indiferente, no siento la hipocresía en cada gesto o palabra como antes... Tal vez sólo estaba en mi cabeza y... ¡No! Descarto la ruta que toman mis pensamientos.
No me agrada dedicarle parte de mi tiempo a las tontas ideas sobre inseguridades y problemas de autoestima. Esa mierda dejó de controlarme hace mucho tiempo.
***
—¿Estarás bien sin mí? —inquiero dándole un último vistazo al apartamento de Carl.
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ATRÁPAME
Lãng mạn[+18] Mario Vila sólo conoce un tipo de relación fuera del sexo: Te quiero, me quieres, nos apoyamos, no nos abandonamos; me engañas, te engaño, no nos duele y continuamos viviendo. Es por esto que cree tener la vida soñada: la mujer perfecta para s...