Capítulo 28 (Parte 1)

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Mario


Ayer, luego de llenar la bañera con agua muy caliente, el silencio fue nuestro cortejo. Solo abrazados, acariciándonos, perdidos en la vista sublime de la isla y enredados en la maraña de sentimientos que nos produjo las palabras dichas y no dichas.

Luego de una hora regresó el sol, y con él su energía vivaz. Un hermoso arcoiris esclareció el cielo y llenó de matices la tarde. Luciana se paseó desnuda por el lugar durante más de media hora, tomando fotos en cualquier punto de la casa. Hubo varios minutos en los cuales fui el único objetivo de su lente.

Yo, sin duda, tenía la mejor vista: Su piel nívea contrastando a la perfección con el tono azabache de su cabello, más largo y negro que nunca debido a la humedad; está casi rozando sus glúteos, mezclándose con las pequeñas curvas y la profunda iluminación en ese par de esferas del color entre mar y cielo. En ellas puedo ver que está feliz; y son su atributo más hermoso sólo por eso.

Nos inventamos un extraño juego con dados, hoja, lápiz y penitencias, la muy descarada me hizo comer hasta jabón. Al final, terminamos sucios por hacer deliciosos burritos en una versión muy mexicana, sólo participé en distraerla y besarla, luego me encargué de limpiar. No soy muy bueno en la cocina.

Estuvimos tan extenuados por la cantidad de emociones vividas en el día y lo temprano que nos levantamos para viajar a Sevilla, que no logramos llegar a la mitad de una película y terminamos sumidos en un pesado y reparador sueño.

Ha amanecido hace un par de horas y Luciana continúa dormida. Ahora estoy intentando preparar el desayuno con ayuda de Youtube. Doy gracias que picar fruta no es tan difícil, y la mezcla para panqueques sólo le falta leche y mezclar.

Imito la chica del video, hago todo lo posible por seguir sus indicaciones al pie de la letra: importante nada de grumos, huequitos luego de estar en la sartén como indicador para voltearlo.

Ninguno queda del mismo tamaño al anterior o como un círculo perfecto, intento hacer un cursi corazón y termina como el logo de Art Attack. Desisto de hacerlo presentable y nos sirvo junto a los añadidos que ella misma tomó del supermercado.

—El olor a comida es un buen despertar. —Su voz me sobresalta. Ejercía toda mi concentración en que, por lo menos. quedara bonito el emplatado.

Sonrío y me giro.

—Tardé como una hora y la chica del video dice que es un desayuno en diez minutos.

De nuevo, no puedo evitar detallarla, como si no la hubiese visto durante horas: su hermosa cabellera está recogida en un moño desordenado y libre, lleva un top deportivo con cierre adelante, los ojitos hinchados de tanto dormir, marcas en el rostro por las sábanas y unas bonitas bragas negras adornadas con medialunas; inocentes hasta que se acerca y me da vista de sus nalgas descubiertas casi en la totalidad.

Mi pene se sacude y aprueba la vista cuando se inclina y estira sobre el mesón central, toma un poco de desayuno con sus dedos, lo saborea y relame, yo no dejo de apreciar cada centímetro de su cuerpo.

—Están deliciosos para ser tu primera vez, le agregaste la cantidad de leche adecuada —Se burla y me lanza un beso.

—¿Desayunamos fuera?

Asiente y toma los vasos con café para llevarlos a las agradables camas con dosel. Vuelve a mirar a su alrededor maravillandose con cada rincón y me sonríe en el momento en que estamos comiendo uno frente al otro.

Es tan agradecida y se sorprende con unas pequeñeces que la mayoría consideramos rutinarias, así que no podría sentirse apagada o perderle sentido a la vida por mucho tiempo. Su niño interior es más grande que el de cualquier otro, y tiene esa mezcla de atrevimiento y madurez que me enloquece.

ATRÁPAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora