Capítulo 21

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Luciana

—Has vuelto a dejarlo solo en la cama, sin polvo de buenos días —es el saludo de Gero cuando subo a su auto—: Eres mala, rusa.

—Hace poco paró de dar vueltas en la cama, casi no durmió... Necesitaba descansar. Algo lo tiene muy inquieto.

—Y no te dice que es... —asegura, mientras perdemos de vista el apartamento de Mario.

—No, y de paso me confesó que va a dañarme; aunque ya lo sabía y tampoco quise hacerme a un lado. ¿Eso dónde me deja?

—En que esa es mi chica: testaruda, entrando en un campo lleno de toxicidad con una máscara anti gas averiada y disfrutando de un excelente sexo con el cirujano más sexy del país, que digo del país, del continente.

—¡Qué mal amigo eres!

—¿Vengo por tí a las cinco de la mañana y me dices mal amigo?

—Trabajas de Uber en la madrugada, no te hagas el héroe. Ahora dame palabras más sensatas.

—¿Qué puedo decirte nena? El mundo ahora está lleno de relaciones poco convencionales, la mía es una de ellas y tampoco es la más sana... El problema es: si te enamoras y sufres, lo asumes, luego le romperé su bonita cara. Pero si las cosas salen bien y el problema no es tan grave como parece, pueden crecer juntos y mejorar, puede sanar sus males y tú volverte más resplandeciente de lo que eres... Tal vez no será fácil, tú sabes que la vida no es fácil, pero entonces sería aburrido. Te agradan esos retos, los imbéciles que les cuesta reconocer lo tontamente domados y enamorados que terminarán por ti.

—Sí, pero... no soy terapeuta o salvadora de alguien —afirmo, aunque no lo siento por completo.

—Cuando eso que te daña es lo mismo que te hace vibrar como nunca antes, creo que está bien intentarlo un poco más antes de alejarse. Puedes aferrarte a esa posibilidad de que todo funcione y sigues disfrutando de las mieles de su polla.

Suelto una carcajada y golpeo su hombro.

—Lo sé, y es por eso que le he dejado una nota junto a su almohada, le preparé café y le daré tiempo para solucionar sus problemas... Problemas que desconozco y con los cuales, al parecer, terminaré muy envuelta... y herida.

—Con alguien como tú, se enamora cualquiera.

—¡Tonto! —Le lanzo un beso.

—Me amas... Oh, antes de que me olvide. Habrá una presentación express para una ONG que ayuda a personas de bajos recursos que han quedado parapléjicas, cuadripléjicas o ha perdido alguna extremidad, habrá mucha publicidad en redes sociales y tendremos apoyo de un cantante famoso; así que, todo lo que recojamos es para esas personas, esos que no pueden moverse con la misma facilidad que nosotros; porque la vida es una perra sidosa que sigue fornicando y esparciendo su enfermedad sin importar a quien jode.

—Entendí, entendí... respira. Me dices esto porque deseas que participe, ¿no? —Asiente y se detiene en el semáforo frente a mi cafetería favorita. Ya tengo hambre—. Sabes que el hospital no me deja mucho...

—Me adaptaré a tu horario, haremos un baile que a ti y a mi nos sale a la perfección, un solo de ballet corto que tú pensarás, y el grupal te lo enseñaré, sólo ingresas en el último minuto.

Será duro, pero es posible. Es en lo primero que pienso. Amo bailar y dar un pedacito de mí para hacer un poco más fácil la vida de otros que no tienen las mismas condiciones y posibilidades. Lo pienso durante cortos segundos...lo que se demora el semáforo en titilar, le impido arrancar.

ATRÁPAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora