Me detengo de inmediato al escuchar su risa, retrocedo dos pasos y me quedo observandola escondido tras el marco de la puerta, me pego a la pared todo lo posible para que no logre verme. Es tan hermosa.
Claudia me gusta desde que era un niño, ella es la hija de la mejor amiga de mamá. Ahora ya no soy un niño, tengo 13, estoy grande y debería ser valiente para hablarle; quiero acercarme pero no lo hago, sus amigas se burlan de mí todo el tiempo. Además, hay un chico de penúltimo grado que parece estar saliendo con ella.
Ojalá fuera hermosa y alcanzable sólo para mí.
Las observo salir por la puerta trasera del laboratorio, mientras cuchichean acerca de los besos de Trevor, el Tiranosaurio Rex con el que sale.
—Es un imbécil, ni siquiera sabe dibujar un plano cartesiano —murmuro con desdén.
Vuelvo a erguirme para continuar mi camino, quiero llegar a casa antes de que mamá se vaya. No es agradable que ahora viajen tanto y deba permanecer con las señoras del servicio. A veces, creo que es preferible escucharlos pelear.
Antes de dar el primer paso, siento aire caliente en mi cuello.
—¡Bú! —gritan, me sobresalto y giro al instante—. Con que espiando a mi chica... otra vez.
El TiranoRex de dos metros está parado frente a mí, muy cerca, acompañado de sus secuaces: un Velociraptor, un Spinosaurus y un Carnotaurus de sonrisa macabra y dientes afilados. Este último está haciendo girar unas llaves en su dedo índice.
—No sé de qué hablas —respondo, intento ocultar el temblor en mi voz.
—¿Acaso no te quedó claro la primera vez? —Chasquea su lengua—. Ya veo que los golpes no funcionan contigo, tanqueta grasienta.
Aprieto la mandíbula al recordar su cobardía, cuatro contra uno es deshonroso hasta para él. Sin contar que tiene tres años más que yo, casi cuatro.
—Me quedó claro.
—Eso no fue lo que vi, rarito acosador. Te prohibí mirarla.
—Si no soy competencia para ti, ¿por qué te preocupas?
—¡Deja de acosarla! —gruñe dando un paso en mi dirección—. Das asco. Ella jamás se fijaría en una bola de comida rancia que gasta el dinero de sus papis en chatarra y libros de medicuchos. ¡No sos nada!
Paso saliva con dificultad, pero tengo prohibido demostrarle temor o dolor. Papá me enseñó que un Vila nunca se amedrenta.
—Si ser alguien te refieres a ser como tú, no gracias. Estoy bien así.
—Acabas de firmar tu sentencia —masculla antes de dar un golpe en la boca de mi estómago, me deja sin aire.
Me toman entre todos para arrastrarme hasta el cuarto pequeño y oscuro del aseo dentro del laboratorio de química.
Llegan más golpes, tres, cinco... nueve, pierdo la cuenta, ahora no se siente puños, son patadas en todo el torso, se cuidan de tocar mi rostro como la primera vez. El mínimo intento de respirar me duele horrores.
—Tienes la suerte jodida, hipopótamo —murmuran cerca de mi rostro y lo escupen, siento náuseas—. Justo esta semana nos castigaron y debemos limpiar todos los laboratorios, luego cerrarlos con llave; así que, tendrás una linda tarde aquí encerrado. Tómalo como un tiempo para recapacitar y dejar de comer.
Palmea mi rostro con fuerza y da un golpe más en mi estómago, uno tan fuerte que veo negro, pierdo el conocimiento.
Abro los ojos a causo del hedor a alcohol, químicos y suciedad, tengo una trapera sobre mi rostro. Intento apartarme con rapidez, pero el dolor me lo impide.
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ATRÁPAME
Romance[+18] Mario Vila sólo conoce un tipo de relación fuera del sexo: Te quiero, me quieres, nos apoyamos, no nos abandonamos; me engañas, te engaño, no nos duele y continuamos viviendo. Es por esto que cree tener la vida soñada: la mujer perfecta para s...