Por favor también lean la nota al final, gracias. Son lxs mejores.
—Un latte sin azúcar, por favor —pido, dirigiéndome a la chica nueva.
Celia alza el rostro y se sonroja con inmediatez, deja lo que está haciendo para atender mi pedido como si se le fuera la vida en ello.
Aunque lleva más de seis meses atendiendo la cafetería del hospital para mí siempre será la nueva, o hasta que se acostumbre a mi presencia y asimile la nula posibilidad de probar mi cama mientras forme parte de la nómina de este lugar. Como las demás.
Sé las reacciones que causo en la mayoría de las mujeres, y me gusta, ayuda alimentar al Mario de 15 años con el orgullo herido que llevo dentro. No me cuesta aceptar mis traumas o la cantidad de situaciones en donde actúo como un imbécil inmaduro, sin embargo, ante los demás, puedo parecer el hombre más seguro de sí mismo. Soy coqueto por naturaleza, me gusta sonreír, recordarles cuán bonitas son y regalarles expresiones insinuantes para ver sus mejillas encenderse como bolitas de navidad.
—Aquí tiene, Doctor Vila.
—Gracias, linda.
Pago y salgo de la fila para dirigirme a la mesa donde están Óscar y Matthew.
El último está casado con una mujer encantadora que cuida de sus dos hijos como tesoros, pero el muy gilipollas es peor que yo; con la enorme diferencia de que él aparenta ser un hombre ejemplar ante su esposa.
En el caso de Óscar, está pasando por un divorcio algo disfuncional. Juntos se matan y separados se mueren. Sienten amarse, pero no se entienden, pelean constantemente, se sacan de quicio, sin embargo, cuando pasan más de una semana sin verse, se extrañan.
Una puta locura, aunque una parte de mí los entiende a ambos. Es como verme por separado y en situaciones similares.
Doy un largo sorbo a mi bebida humeante mientras los escucho parlotear sobre sus aburridas vidas, voy a dar el segundo aparentando que presto atención, pero me detengo a mitad de proceso. Siento una mirada penetrante a mi costado, giro el rostro con una sonrisa maliciosa para comprobar que se trata de ella. Reconozco las dagas invisibles que sólo desprenden los enormes ojos de esa pequeña rusa.
Continúa observándome desde su posición en la fila, no se muestra apenada o alterada, todo lo contrario, me sostiene la mirada y no parece muy feliz. Alzo una de mis cejas en señal de interrogación, niega con desdén para luego regresar su atención a Simón.
Me desconecto de la conversación en la mesa y comienzo a responder con evasivas las preguntas de mis colegas sobre la cirugía de reasignación de sexo que realizaré en un par de horas. No me interesa oir las críticas en burla y completo desacuerdo por un hombre que no se siente hombre y decide quitarse la polla. Sus sentimientos, sus hormonas, su dinero, su problema.
Busco mi celular en los bolsillos de la bata y, por primera vez en mes y medio, doy función al número guardado en mi agenda como Demonio de ojos azules.
Dos días antes de regresar de vacaciones, el jefe me envió todos sus datos y pidió mi opinión para la decisión que ya había tomado, en ese momento me tomé la osada libertad de colgarle el maldito teléfono. Sabe que odio tener aprendices porque cometen demasiados errores y en la estética debes intentar ser lo más perfecto posible. Sin embargo, debo aceptar que Luciana ha sabido cerrarme la boca, a pesar de su corta edad y experiencia. Todavía no puedo asegurar que ha nacido para esto, pero si continúa así, podría llevarla a la cima, y yo... No. Detengo el rumbo que toman mis pensamientos y deslizo los dedos en la pantalla para enviar el mensaje:
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ATRÁPAME
Roman d'amour[+18] Mario Vila sólo conoce un tipo de relación fuera del sexo: Te quiero, me quieres, nos apoyamos, no nos abandonamos; me engañas, te engaño, no nos duele y continuamos viviendo. Es por esto que cree tener la vida soñada: la mujer perfecta para s...