Capítulo 22

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—Es muy bonita —digo al apreciar la casa junto a mi ventana, el apaga el motor del auto.

—Gracias por venir, creí que...

—Lo hacemos por Carl.

—Lo sé. —Exhala con fuerza.

—¿Vamos? —Le devuelvo mi atención.

—¿Cuántos días más me tendrás así?

—¿Te ha servido?

—¿Para estar al borde de un colapso?, sí.

No puedo evitar sonreír.

—Exagerado.

—Juro que no estoy exagerando, llevaba años sin sentir tanta angustia y mierda aquí —Soba su pecho con fuerza—. No has cambiado de opinión, ¿verdad? Nosotros, yo...

—Vamos dentro y hablaremos, hace frío.

—Hablar, ¿nada más? —Parece indignado.

—No creo que sea el momento y el lugar para algo más.

—No,no, olvida eso. Anna nos daría aprobación y bendición, créeme. No hay nadie aquí, eso...

—Es por respeto, no soy capaz.

—¡Luciana! Dijiste que me recompensarías por respetar tu espacio.

—Bien, bien —Río y desciendo del auto—. Ya veremos si te lo mereces.

No hemos tenido sexo en toda la semana, incluso poco hemos cruzado palabra más allá de lo laboral.

Su estadía en Sevilla se alargó, y casi debí pasar un duelo cuando ingresé al pabellón de quemados y vi la cama de Nolan vacía. Lo que menos quería era lidiar con las emociones contradictorias que sentía al recordar esa noche y su escenita de celos de tan mal gusto.

Hallé todas las formas y excusas para no estar a solas con Mario en un lugar cerrado. Necesité toda mi fuerza de voluntad para no ceder tan fácil; a pesar de las flores, las tarjetas, el collar, y la repostería completa que llegaba cada mañana de mi cafetería favorita... Eso último casi me hace correr a sus brazos.

Quién diría que este hombre podía ser tan cursi e insistente, pero fui fuerte. Tenía un objetivo claro y era demostrarle que no todo se puede solucionar con sexo, o hablar cuando se le dé la gana y no en el momento oportuno. Quería hacerle esperar, que trabajara en su paciencia y en el esfuerzo, que respetara mis decisiones... También darle espacio para pensar si de verdad quería esto: hacerlo a mi modo. He sido yo quien he cedido casi todo el tiempo, he sido benevolente, comprensiva y muy paciente; sin embargo, hay cosas que no puedo tolerar.

Mario fácilmente puede buscarse otra mujer más simple, que no lo rete y esté dispuesta a darle lo que quiere y cuando lo quiere, siempre. Así que me arriesgué mientras imponía distancia, porque muy en el fondo cruzaba los dedos para que eso no sucediera.

Yo quiero luchar por él, por nosotros, y para eso necesito que tome decisiones con cabeza fría luego de pasar una enorme brecha en el camino, que decida tomar mi mano y sostenerla con firmeza cuando lo jale con vigor para hacernos avanzar.

Entre los ensayos de baile, varios casos de urgencia y una importante cirugía, logré liberar el enojo y sentir que lo extrañaba muchísimo a pesar de verlo casi todos los días. Ambos tuvimos un necesario espacio para respirar. Tiene un punto más a su favor porque entendió las palabras de esa noche y respetó las señales silenciosas, entendió el mensaje... a su manera.

Ha pasado la prueba. Ahora deseo creer que podemos funcionar, ahora me siento tranquila y con fuerzas de realizar un stop y avanzar de nuevo a su ritmo; seguirlo en el momento y en la dirección que decida tomar.

ATRÁPAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora