Desde nuestro primer día en Cancún, todo se ha vuelto extrañamente amigable, aunque su defensa y distancia física ha aumentado. No puedo evitar que mi cuerpo se tense con dolor al verla tan dispuesta a forjar muros, a negarme el mínimo roce de su piel.
Nunca he tomado bien los rechazos y eso hace que los suyos me cuesten el doble.
He debido conformarme con el tiempo que permanecemos juntos sin discutir, lo que a su vez, me hace sentir más cómodo... Lo sé, soy toda una contradicción.
Sabía que acostarme con esa loca era una estupidez, ni siquiera me sirvió para dejar de pensar en ella y en lo cabreado que estaba. Nunca me había arrepentido tanto de tener sexo con alguien, lo confirmé a la mañana siguiente cuando Luciana no quería mirarme a los ojos.
Me sentí asqueado, lleno de temor, desesperado, luego rabioso porque no debía darle explicaciones o rendirle pleitesía. Ella me había cerrado las posibilidades, me había dicho una y otra vez que jamás sería suficiente; sin embargo, supe que la había decepcionado, aún más, y sabía que lo haría siempre. Causar eso en las personas nunca han sido gratos sentimientos que pueda manejar, sin importar cuánta práctica tenga en decepcionarlos.
No obstante, admiro su actuar y me jode en las mismas proporciones. Fue lo bastante orgullosa y sensata como para demostrarme más de lo necesario, fue como si se hubiera sobrepuesto de mí en cuestión de horas, y tampoco deseaba eso, por muy egoísta que suene. Temía de que jamás volviera a hablarme con soltura, pero su actitud fue mucho peor.
Ahora en una «amiga» cálidamente distante... En realidad, no sé como describir la relación que llevamos, porque nunca he tenido amigas —énfasis en el género femenino—, ni siquiera cuando estaba en la universidad. Sólo compañeras.
Claudia acaparaba mi poco tiempo libre, aunque a veces salía de fiesta y participaba en el equipo de natación. Estudiar medicina siempre requería muchas horas de estudio, y mis deseos de perfección las duplicaba.
Cuando Claudia me hizo polvo el corazón con su infidelidad, decidí recuperar el tiempo que, en ese momento, me parecía perdido. Follaba a diestra y siniestra, bebía por montones. Estaba lo suficientemente destrozado y afanado por borrar esa imagen que se reproducía fervientemente en mi cabeza: La mujer de la que había estado enamorado toda mi vida follaba con otro en nuestro apartamento, en nuestra cama. Porque sí, vivimos juntos durante los primeros semestres en la universidad; tanto así la amaba, de una manera ciega. Estaba seguro de querer pasar el resto de mi vida a su lado y volverla dueña de cada parte de mí, sin importar cuán apresurado era.
No me gusta recordar esa época en mi vida, no me gusta recordar lo débil e ingenuo que fui, no me gusta recordar cómo volvía a ella porque la necesitaba y no era lo suficientemente fuerte para dejarla... Hasta que lo supe: no fue una sola vez como ella lo juró, se había follado a ese imbécil en más ocasiones.
El desespero me hundió, caí en depresión y bebía casi las 24 horas del día. Nunca me había dolido tanto que mi sentimiento se convirtiera en asco y rencor al verla, cuando antes era lo único que necesitaba para sentirme bien. Me había jurado olvidarla.
Claudia sabía de mis ataques de ansiedad, Claudia sabía de mi baja autoestima y hacía parecer que me amaba sin importar nada. Sin embargo, también sabía que su bajeza podría aniquilarme y eso tampoco le importó.
Busqué mujeres igual de vacías que se daban el mismo valor que yo: ninguno. Estaba seguro que no valía una mierda como para que alguien pudiera amarme de verdad —aún lo estoy— así que, mucho menos quería volver a enamorarme.
Tuve muchas recaídas con su cuerpo, a pesar de que me sobraban vulvas en las cuales eyacular, pues Claudia nunca dejó de buscarme, me recordaba lo feliz que era a su lado, el valor que me dió cuando ninguna mujer volteaba a mirarme, lloraba, peleabamos y caía en frenesí. Me dejaba manipular y utilizar, suplicaba perdón mientras se postraba ante mí, simulando que podía volverla mi zorra personal a cambio de un poco de atención.
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ATRÁPAME
Roman d'amour[+18] Mario Vila sólo conoce un tipo de relación fuera del sexo: Te quiero, me quieres, nos apoyamos, no nos abandonamos; me engañas, te engaño, no nos duele y continuamos viviendo. Es por esto que cree tener la vida soñada: la mujer perfecta para s...