ATRÁPAME

Capítulo 37

En camino al cementerio, hay un silencio pesado y perturbador. La energía de los tres está por los suelos, y aunque papá ha intentado mostrarse más sereno e inmutable, ninguno es capaz de ocultar el nivel de agobio que se acentúa en este momento. ¿Qué de interesante o necesario es enterrar un cuerpo que ya no siente para luego tener que extraer lo que la tierra, el tiempo y los animales no lograron desintegrar?... Además, si al final nos hemos de volver cenizas ¿para qué retrasarlo? ¿para qué repetir una situación como esta que sólo traerá lágrimas y recuerdos?

Esta vez sí le agradecí profundamente a Mario que fuese tan terco y presto a pasar todo el día con Kira. Ahora mismo, debe estar desayunando con la pequeña cumpleañera, mientras un grupo de personas se encargan de organizar la fiesta en un austero parque de diversiones, especialmente para niños. Se negó a que interviniera o diera cualquier opinión acerca del nivel de gastos en los cuales incurriría al realizar la "modesta" celebración.

Al llegar al cementerio, procedemos con los protocolos y las firmas antes de dirigirnos a la tumba, donde ya se encuentran dos trabajadores extrayendo la tierra que cubre el ataúd. Mis ojos se llenan de lágrimas de forma automática y en mi mente se remolinan todas esas palabras que leí y releí en su diario; lo que fueron sus últimos meses de vida, preparándose ante la gran posibilidad de morir cuando era lo que menos deseaba.

No hay día que no desee tenerla a mi lado, verla sonreír y hacer locuras, verla ser ella mientras disfruta de quien más ama: Su hija. Nuestro solecito. No hay día que no la extrañe, solo se aprendió a vivir con su ausencia.

Cuando la caja de madera es abierta, no alcanzo a cerrar los ojos o girarme con la suficiente rapidez para evitar notar que algunas partes de su cuerpo no se han desintegrado. Los sepultureros comienzan a golpear y destruir sus huesos para que pueda ser introducida en el pequeño horno crematorio que hay en este lugar.

Imagino que su conservación es debido a algún proceso extraño de deshidratación, ausencia de oxígeno, o incluso la cantidad de medicamentos que consumía, no lo sé. Ahora no puedo pensar con claridad, debo recordarme, una y otra vez, que es un cuerpo sin vida, que mi hermana no está sintiendo nada. No me basta con cerrar los ojos o girarme, doy unos cuantos pasos mientras escucho a mi madre sollozar y mi padre consolarla en medio de lágrimas silenciosas.

Si hubiera sabido que esto sería así, me habría negado rotundamente a asistir.

Intento concentrarme en las palabras y oraciones de Filipp que hacen eco contra cada golpe y crujido del cadáver... Esos huesos son solo una representación insignificante de lo que un día fue —me repito.

Al cabo de unos minutos, grandes brazos y otros más delicados, me envuelven, y entre los tres elevamos un ruego silencioso al cielo, a otra dimensión, o donde sea que se encuentre, para que su alma descanse plenamente... De paso le prometo que Sergey pagará por lo que hizo y jamás le faltará amor y protección a Kira.

***

Jadeamos al unísono cuando estacionamos en el parque de diversiones y observamos con sorpresa la magnitud de la decoración y preparación para albergar unos 20 invitados, a lo sumo, contando los acompañantes de los niños. Juegos inflables y mecánicos, globos, enorme variedad de comida, pinturas, piscina de pelotas, casa de princesas... y una larga lista más.

Antes de venir, pasamos por casa para cambiarnos y organizarnos con un poco más de esmero, también para darnos tiempo de tranquilizarnos y llegar con una mejor actitud y energía —o aparentar lo mejor posible—. Le tomé dedicación al maquillaje para ocultar mis ojeras e hinchazón por haber llorado toda la mañana y no dormir muy bien últimamente.

Mis padres me observan buscando una explicación, entre atónitos y alarmados. Yo me encojo de hombros.

—Según su único reporte y descripción es que sería algo pequeño, pero al nivel de Kira... No permitió que interfiriera.