Capítulo 45 | Elliot

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Todo pasa tan rápido. A penas y tengo tiempo de activar mis reflejos para atrapar a Olive antes que toque el suelo.

—Mierda —mascullo, arreglándomelas para sostenerla.

—¡Ay, Dios mío! —Exclama una de las empleadas, detrás de mí. —¿Llamo una ambulancia?

—Consigue alcohol —le ordeno de inmediato, mientras levanto a Olive en mis brazos. 

—En el botiquín de recepción deben tener —dice y corre apresurada hacia el cubículo de allá. 

Cargo a Olive hasta uno de los sillones de la pequeña sala de espera que está en el vestíbulo, y la acomodo con mucho cuidado. 

Mis ojos miran hacia la dirección que ella estaba viendo, pero no veo nada fuera de lo común. No sé qué o a quién pudo haber visto que le causara tanta impresión.

La chica llega un par de minutos después con lo necesario.

—Aquí tiene. 

Tomo un pedazo de algodón y lo mojo con alcohol, para luego ponérselo a Olive, cerca de la nariz. Espero que sea un simple desmayo y esto la haga reaccionar más rápido.

Segundos después empieza a abrir los ojos poco a poco. Mira aturdida en todas direcciones, hasta que sus ojos me localizan. 

—¿Q-Qué pasó?

—Te desmayaste —respondo, viéndola con preocupación. 

Se lleva una mano a la frente y vuelve a cerrar los ojos durante algunos segundos.

—¿Necesita algo más? ¿Seguro que no llamo una ambulancia? —Pregunta la chica detrás de mí. 

Eso depende de Olive, así que le pregunto.

—Te encuentras bien, ¿o debemos llevarte al hospital?

—N-No... Estoy bien. Solo me siento un poco mareada.

No muy a gusto, pero asiento. 

—Te puedes retirar —digo, dedicándonle una mirada a la chica que no sé ni quién es, realmente. —Gracias por la ayuda.

—Con permiso.

Sin decir más se retira. 

Nos quedamos algunos segundos en silencio, hasta que finalmente decido preguntar.

—¿Qué pasó, Olive? Y no me digas que no sabes, porque sé que es mentira. Algo te causó demasiada impresión y por eso de desmayaste. Eso lo pude notar.

Me doy cuenta de la angustia que se apodera de su rostro al instante, y de nuevo mira hacia todas direcciones como si buscara a alguien. 

Por suerte el sillón es para dos personas, así que no pierdo tiempo y me siento a su lado para hablarle más de cerca.

—Olive, dime.

Traga grueso y habla temerosa.

—Lo vi, Elliot. Era él. 

—¿Quién?

—Ronald —suelta deprisa. 

El coraje se abre paso dentro de mí al instante cuando entiendo de quién está hablando.

—¿Y qué hacía aquí ese hijo de puta? 

—No sé. Ni siquiera sé si era él realmente. —Niega con su cabeza desesperada. —Su imagen fue demasiado para mí, porque él estaba... de pie.

Frunzo el ceño —¿Qué dices?

—Que no estaba en la maldita silla de ruedas. Él estaba ahí, de pie, viéndome fijamente. ¿Entiendes lo que digo?

¿Cómo ser mi amante? (+18) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora