Capítulo 25 | Olive

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Mis sentidos empiezan a despertar. Conforme mi cuerpo va deshaciéndose de la somnolencia, soy más consiente del calor que hace. Me remuevo algo incómoda en mi lugar, pero trato a toda costa de seguir durmiendo. No quiero levantarme aun.

Intento girar sobre mi costado, buscando acomodarme con la almohada, pero mi espalda choca con algo blando. Frunzo el ceño y aun sin abrir los ojos, intento moverme de nuevo, pero sigo sin poder girarme.

Todavía adormilada, y sintiendo mis extremidades pesadas, muevo mi brazo derecho y con la mano trato de tocar lo que sea que no me permite moverme. Quizá sean las otras almohadas y debo apartarlas. Mi cerebro envía una alerta a todo mi cuerpo, despertándome, cuando mi mano toca algo, un brazo...¡Piel!

Abro los ojos de golpe y me muevo precipitadamente, girándome hacia el lado contrario de donde quería. Para mi mala suerte, estoy demasiado cerca del borde y termino cayéndome de la cama. Ahogo un quejido de dolor cuando caigo al suelo, enredada en las sábanas.

¡Vaya manera de despertar!

—Mierda... ¿Qué es esto?— gruño exasperada, cuando batallo con las dichosas sábanas para poder quitármelas.

Cuando por fin me libero, me levanto del suelo, apoyándome en la cama, solo para toparme con una imagen que me toma por sorpresa. Lo veo y no lo creo.

Elliot Reynolds está dormido en la cama. Está dormido en la misma cama que yo dormí, eso significa que, ¿dormimos juntos? Ante ello, la sorpresa se mezcla con la confusión. Tiene toda la vestimenta: los pantalones y la camisa, a excepción que no tiene ni el saco ni los zapatos, y a pesar de que está en una posición no tan cómoda, boca abajo, parece profundamente dormido.

Mientras intento procesar la situación, los recuerdos me llegan uno a uno.

La pelea que tuvimos temprano por el tema de la exclusividad, él yéndose del apartamento quien sabe a dónde, hecho una furia. Yo yéndome a la cama todavía más molesta y luego, me quedé dormida, y entonces... ¡La pesadilla!

Esa maldita pesadilla fue horrible. Se sintió demasiado real. Entonces Elliot me despertó. Yo estaba demasiado aterrada y lo que hice fue... Mis ojos se abren de par en par al recordar lo que hice.

¡Dios! Me lancé a los brazos de Elliot buscando, ¿qué? ¿consuelo? ¿protección? ¿tranquilizarme?... Mierda. No sé ni qué buscaba ni por qué lo hice, pero siento una vergüenza tan grande invadirme al traer la imagen a mi mente.

Me vi tan vulnerable, tan necesitada. Me vi como una tonta haciendo eso, cuando dije que jamás volvería a acercarme a él, después de lo que discutimos.

Me doy pequeñas palmaditas en la frente, con mi mano derecha —Estúpida, estúpida —me reprocho a mí misma.

Siento un gran enojo para conmigo misma, pero en el instante que mis ojos vuelven a posarse sobre el hombre en la cama, otra sensación me invade. Frunzo el ceño al recordar que, él me correspondió el abrazo, ¿o no? Se comportó amable conmigo. Tan diferente a esa frialdad que siempre demuestra; y entonces, recuerdo todavía más. Me tardé unos minutos en tranquilizarme, pero fue él quien me ayudo a hacerlo. Se acomodó en la cama, de manera que me dejó recostarme un poco sobre él y, ¿me quedé dormida?

Todo parece indicar que sí, pero lo que me más me sorprende, es que él se quedará a dormir conmigo. ¿Por qué lo hizo? Él dijo que no dormía con nadie. Aunque tampoco es como si hubiésemos dormido abrazados, porque de eso estoy segura que no fue así; sin embargo, no me siento cómoda con la sensación que me provoca todo lo que pasó. No me gusta todo lo que él me está provocando.

Luego de varios minutos de retroalimentación, culpabilidad y vergüenza hacia mí y lo sucedido, decido que lo mejor es olvidarme de todo eso. Me tallo los ojos y sin que pueda evitarlo un bostezo se me escapa. Quisiera seguir durmiendo, pero definitivamente ya no lo haré. 

¿Cómo ser mi amante? (+18) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora